Su majestad… El Teatro Real

Hay noches en las cuales el sol se apaga sobre la vieja Madrid, pero se encienden las luces y se corre el telón en el viejo nuevo Teatro Real. Los madrileños saben que sus majestades están en cada expresión de arte que respiran los 365 días del año.

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Despiertan los sonidos de la filarmónica de Viena o reviven de su sueño eterno a la griega María Callas usando la tecnología con sus viejas grabaciones. Se encoge el corazón con un Rigoletto, de Verdi; una bailarina danza un cisne renovado, un recital enciende los ritmos modernos… Bach enamora.

Han pasado 200 años y la emoción es la misma para los casi 1800 asientos del Teatro Real de Madrid. El escenario es un gigante de 24 pisos, la mayoría bajo tierra, y detrás de la caja escénica que permite que las más deslumbrantes obras culturales cambien sus escenarios simplemente subiendo y bajando las escenografías completas.

Un mundo de fantasía

María Graça Prata Ramos es una portuguesa más española que las tapas madrileñas. Pero, además, está enamorada del Teatro Real. No es difícil descubrirlo mientras nos guía y va acariciando con palabras cada espacio.

Las óperas más importantes del mundo, con los más importantes tenores y barítonos, dejaron sus claves de música bailoteando en el aire. “Hemos visto los sopranos, los contraltos, los coros más grandes del mundo en este escenario”, dice María Graça y nos lleva a oír cómo practica un coro que se presentará de la mano del maestro argentino Andrés Máspero. La obra estará poco tiempo en el repertorio del teatro, pero ensayan como si fueran a quedarse una vida. Vuelan las voces en una acuarela que enamora y hace olvidar al tiempo.

Hay pisos enteros para que practiquen los coros, los solistas y la orquesta, además de un salón para un viejo piano acompañado de vidrios que dejan ver los viejos tejados cerca de la Plaza de Oriente. 

Hay pisos enteros para vestuarios: para dejar una bata blanca de una mujer llena de sangre, el traje de una cortesana impecable, la armadura de un caballero reluciente, la peluca de María Antonieta con sus rizos. Hay toda una larga hilera de uniformes de soldados de alguna guerra, otra de extras de una ópera. No tardamos en llegar a una lavandería, con la sala de planchado y hasta una sala de costura. Cada solista envía sus medidas, le confeccionan la ropa y, cuando llega, ya solo hace las pruebas. Cada quien con su cada cual.

Más real que la vida real

Pasar por los sitios en los que trabajan los maestros del maquillaje y los estilistas deja sin respiración. Un cuadro muestra la tremenda transformación de un artista brasileño sometido a horas de sesión hasta terminar convertido en parte de la ópera Rigoletto, de Giussepe Verdi. Es así como uno se entera de que para una puesta en escena se pueden tener hasta más de tres repartos completos. “Imposible sostener una puesta en temporada con un solo equipo”, explica María Graça.

En una sala nos quedamos subyugados por la música y escenificación que preparaban para la obra Lucía Di Lammermoor, un drama trágico de Gaetano Donizetti y Cammarano. Mientras terminamos de escribir estos recuerdos para nuestra revista dominical, vemos que la semana pasada se estrenó la obra. Una crítica del diario ABC de España revela que los espectadores cayeron rendidos ante Lucía: “El Teatro Real enloquece con Lucía Di Lammermoor”.

Oímos su música. Vimos en silencio la caracterización. El dolor, la pasión, el amor y los inexorables finales. Oímos al coro que se preparaba. Oímos y vimos a los solistas. La obra que vimos prepararse y que hubiéramos querido ver estremeció a su público.

La página del Teatro Real permite hacer todo con anticipación; inclusive, hablar online con su gente. Permite visitas virtuales en 360°, programar visitas guiadas, hace streaming en su página y transmite en varios idiomas. Permite comprar por adelantado tiques y hasta ver los eventos especiales para mayores de 12 años.

Termino de escribir. Apuro las últimas letras porque en la página del Teatro Real de Madrid avisan que la ópera se transmitirá en directo por ser la semana de la ópera. Madrid se siente y se vive en su verano 2018… y por la forma en la que suena, resuena, se oye y se escucha, hace que uno sienta lo lejos —realmente— que aún estamos de la cultura universal, pero lo cerca que nos lleva la tecnología.

Madrid es así…

Texto y fotos

Mabel Rehnfeldt

mabel@abc.com.py

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