Optimizar condiciones de suelo y agricultura sustentable

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El suelo es un recurso clave que hay que manejar de forma sostenible.
El suelo es un recurso clave que hay que manejar de forma sostenible.ABC Rural

Para un manejo sostenible de la tierra, el productor debe identificar las limitaciones de esta y considerar los riesgos de erosión, propiedades del suelo, provisión de agua para las plantas y el clima. A su vez, las limitantes para la producción son la profundidad, textura, fertilidad, entre otros. El clima también juega un papel preponderante en el desarrollo de los cultivos, sumado a la aplicación de tecnologías puntuales y amigables con el entorno.

En referencia a los riesgos de la erosión, es posible identificarlos a través del relieve que agrupa rangos de pendiente. La provisión de agua para las plantas puede limitar el desarrollo de las raíces y, tanto los excesos como la falta, son perjudiciales para cualquier emprendimiento agrícola, frutícola, ganadero o forestal. El clima, representado principalmente por la precipitación y la temperatura, ejerce marcada influencia en las épocas de establecimiento de los cultivos.

Para cada una de las limitaciones existen prácticas de manejo y conservación para mitigarlas, que se dividen en tres: las edáficas, las vegetativas y las mecánicas. Las edáficas o propias del suelo, se caracterizan por modificar sus condiciones físicas, químicas y biológicas, mediante el aporte y mantenimiento de nutrientes a través del control del fuego, la incorporación de abonos verdes, la fertilización química, la adición de materia orgánica y el encalado; las vegetativas utilizan la vegetación para evitar la erosión mediante la forestación y reforestación, el uso de pasturas, plantas de cobertura del suelo, el cultivo en fajas, los cordones de vegetación permanente, las carpidas alternadas, la cobertura muerta y las fajas de borde o rompe-vientos; y las mecánicas, en las que se recurre a estructuras artificiales mediante la disposición adecuada de porciones de suelo con la finalidad de disminuir la velocidad de escorrentía, entre las que se encuentran la distribución racional de caminos, la siembra o plantación en contorno, las terrazas y los canales de drenaje.

CÓMO DETERMINAR USO DE LA TIERRA

Una vez que el productor identifique las limitaciones para el uso de la tierra, puede establecer áreas donde la agricultura es realizable. Otras superficies, sin embargo, podrían ser propicias para actividades ganaderas, forestales de producción o de protección. Igualmente, existen áreas que permanecerán en su estado natural, para la conservación del ecosistema.

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Una de las técnicas para identificar estas limitaciones consiste en un sistema de clasificación de tierras por su capacidad de uso o su capacidad agrológica, que identifica perfectamente las que pueden ser utilizadas en agricultura, en ganadería, en forestales y otras zonas marginales cuyo potencial podría ser el de turismo ecológico. A nivel país existen estudios de la capacidad de uso de las tierras. Particularmente, para la Región Oriental del Paraguay, ya desde la década del 90, se tienen clasificadas las tierras por su capacidad agrológica, además de la propuesta de ordenamiento territorial, que reconoce áreas agrícolas, pecuarias, forestales de producción, forestales de protección, áreas urbanas, asentamientos indígenas, áreas silvestres protegidas y de conservación ecológica.

SOBRE EXPLOTACIÓN

Se entiende como el uso de la tierra por encima de su capacidad, lo que genera el deterioro del suelo y la vegetación, y en consecuencia del agua y la atmósfera.

La recomendación, en este sentido, es la utilización de la tierra de acuerdo a su capacidad. Para cada situación existen prácticas de manejo y conservación que pueden ser utilizadas como tratamiento correctivo, algunas con mayor costo y otras más simples cuya inversión es mínima. El uso de abonos verdes, la aplicación de residuos orgánicos y otras que favorezcan la acumulación de restos de cultivos en las primeras capas del suelo, resultan altamente benéficas. De no tomar las medidas adecuadas de manejo, el suelo se verá afectado en la disminución del contenido de materia orgánica.

La recuperación de una parcela debe orientarse a llevarla a su condición inicial y esto implica la corrección de la acidez o alcalinidad, la adición de materia orgánica, la fertilización química, entre otras prácticas. Estudios realizados en la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) indican que para volver a la condición de partida del contenido de materia orgánica se necesitan de varias décadas. Sin embargo, existen experiencias que pueden ser utilizadas para mejorar las condiciones actuales de los suelos de la región, que mitigan el deterioro de estos.

CALIDAD DE LOS SUELOS

Es definida como la capacidad para cumplir con funciones ecológicas, para sostener o mejorar la productividad, para mantener y controlar la calidad del ambiente y para soportar la actividad humana. Esta definición vincula la conservación, las prácticas de manejo y los objetivos de la agricultura sostenible. Bajo este concepto, los indicadores que definen la calidad de los suelos son las propiedades físicas, químicas y biológicas de estos.

En el Paraguay, en la década del 2000, se ha desarrollado una metodología para identificar las tierras según su rendimiento a través de un índice de productividad actual. El análisis de determinadas variables permite determinar cuál es el factor que condiciona la productividad y, por consiguiente, evaluar el costo de la tecnología a emplear para mejorar esa situación.

Los indicadores de suelo utilizados para la evaluación fueron la profundidad efectiva, la pedregosidad y rocosidad, la textura, la fertilidad y el nivel de materia orgánica. En cuanto a topografía fue considerado el relieve, mientras que los parámetros de medición relacionados al agua fueron el drenaje y el régimen de humedad. Con estos fue factible identificar tierras de alta, media, baja y muy baja productividad en la Región Oriental del Paraguay.

Los resultados indican que existe 8,48 % de tierras de alta productividad, 56,46 % de tierras de productividad media, 9,8 % de tierras de productividad baja y 22,72 % de muy baja productividad. El 2,54 % restante corresponde a tierras que no pudieron ser clasificadas en esos niveles, por falta de información o porque se hallan ocupadas por áreas urbanas o son de difícil acceso. Esta misma metodología puede ser aplicada a nivel de finca de cada productor.

RECOMENDACIONES

Días pasados, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático indicaron que las “tierras están bajo presión creciente de las actividades humanas” y “el cambio climático es una presión secundaria”. Uno de los voceros del grupo indicó que se debe pensar de manera mucho más exhaustiva cómo se va a utilizar cada hectárea y que las tierras deben permitir cultivar el alimento, proporcionar biodiversidad y agua dulce, dar trabajo a miles de personas y capturar el carbono atmosférico como una estrategia para paliar la presión generada sobre el ambiente y mitigar los efectos del calentamiento global.

La creciente presión ejercida por las actividades humanas debido al incremento de la población y la necesidad de alimentarla, hacen que prácticamente la explotación agrícola y la producción de alimentos hayan abarcado la mayoría de las tierras que son capaces de soportar esa actividad, por lo que existe un mínimo margen de expansión,en la actualidad. Por esta razón la explotación agraria debe apuntar a mejorar la productividad de las tierras, utilizando toda la tecnología que está disponible y adecuándola a los costos que puedan pagarse con el producto.

Hoy, la biotecnología, la agricultura de precisión, la producción orgánica, entre otras, son técnicas que están cada vez más al alcance del productor. La modernización de la explotación, en poco tiempo más, será una necesidad y un desafío para los productores. Aquellos que produzcan eficientemente y dañen menos al ambiente tendrán mejores precios por sus productos porque el mercado así lo exigirá.

(*) Especialista en suelos y docente de la FCA.-UNA.