La Sociedad Internacional para la Restauración Ecológica (SER) en estándares internacionales para la práctica de la restauración ecológica (2016) indica que esta acción constituye “el proceso de asistir la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, dañado o destruido”. Representa un modelo ambicioso, debido a que se basa en un enfoque transdisciplinario, que engloba las ciencias biológicas y físicas, la geografía, las humanidades y otras más, para sostener sus postulados y trazar su trayectoria.
TIPOS DE RESTAURACIÓN ECOLÓGICA
Aun cuando quisiéramos cubrir de bosques y áreas protegidas todo el país, ese deseo no condice con la realidad que discurre, ni se alinea a los objetivos país. Por lo tanto, asumiendo que paisajes productivos y/o urbanos saludables se componen a la vez de áreas agroganaderas, industriales, urbanas y de conservación; los enfoques nos permiten encontrar soluciones coherentes.
Acorde al objetivo final trazado (en tiempos del proyecto), se puede buscar una recuperación completa o una rehabilitación. La restauración completa busca situar al ecosistema en un recorrido de regreso a una condición lo más cercana posible a la original; eso significa lo más parecido posible en composición, estructura y funciones a un bosque no degradado. En este caso, se espera que con el tiempo pueda volver a tener las especies (flora y fauna) que lo componían, la estructura que lo caracterizaba y las funciones ecosistémicas propias de su tipo. Son los básicos objetivos de esa acción. La rehabilitación, por su parte, se enfoca solamente en restablecer algunas funciones o elementos de la estructura del bosque (o ecosistema). Su objetivo es recuperar la capacidad de dar soporte o proveer servicios ambientales (satisfacer las necesidades humanas), también recuperar especies valiosas (en peligro o simbólicas).
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Éstos dos enfoques no son excluyentes entre sí y pueden ser complementarios, dentro de una mirada de restauración ecológica de mayor escala. Los niveles de recuperación que se necesitan, tienen que ser identificados previamente, de modo tal que puedan ser evaluados.
ESCALAS Y ALCANCE DEL TRABAJO
La escala y el alcance de un proyecto de restauración puede variar en el grado de degradación en que se halla el sitio, el tamaño y la ubicación del área que se requiere restaurar, o el tipo de bosque al que se debe volver. Algunos proyectos necesitan tecnología avanzada y uso de maquinaria para poner en condiciones el terreno o construir obras de infraestructura como barreras. Otros solamente requieren retirar un factor de disturbio (como especies exóticas invasoras, ganado, fuego, erosión), facilitar el desarrollo de especies que llegan por regeneración natural (traídas por dispersores, viento, agua) o la plantación de árboles. A veces las actividades incluyen intervenciones locales, en superficies de unas cuantas hectáreas y en propiedades privadas o públicas que pueden involucrar incluso acciones de grupos de interesados voluntarios. No obstante, todas las intervenciones tienen ese enfoque en múltiples aspectos tan complejos como el ecosistema, que deben ser tenidos en cuenta.
EL PAPEL DE LA SOCIEDAD EN LA RESTAURACIÓN DE LOS BOSQUES
Indefectiblemente el ser humano debe ser incluido y considerado en la planificación de acciones de restauración ecológica de bosques. La sociedad puede tener actitudes y/o ejercer acciones individuales o colectivas que afecten los procesos. La experiencia demuestra que puede tener un papel activo, indiferente o antagónico.
Se considera un papel activo positivo cuando la sociedad participa del proceso antes, durante y después, lo que beneficia al proyecto y proceso de recuperación del ecosistema (como mano de obra, benefactor, simpatizante); un papel activo conflictivo cuando participa del proceso antes, durante y después afectando negativamente al proyecto y proceso de recuperación del ecosistema (rechazando e influyendo negativamente, saboteando el proyecto); un papel indiferente es cuando no se siente parte y/o no reconoce como beneficioso o perjudicial el objetivo del proyecto y proceso de recuperación del ecosistema (no participa, pero no impide directa o indirectamente el desarrollo del mismo); y, en otro caso, tienen un papel antagónico, cuando sus actividades impiden y/o se contraponen con el desarrollo del proyecto y proceso de recuperación del ecosistema (ocupación del área, ejecución de actividades extractivas o caza, uso de prácticas de manejo incompatibles como fuego).
Este tema es gravitante y determina el éxito, sobrecosto o fracaso de proyectos técnicamente bien concebidos. Por lo tanto, es importante identificar a los actores presentes en el territorio en el que se emplazará el proyecto, así como su posible interacción con el mismo, a fin de planificar el tipo de involucramiento de los miembros de la sociedad y/o manejar las contingencias para bien.
POR DÓNDE EMPEZAR
Para lograr el cometido de la recuperación se debe usar un modelo que permita establecer los valores del éxito, es decir: ¿cómo saber si se ha logrado el objetivo de recuperar el bosque o si se ha llegado a recuperar las funciones ecosistémicas?
A fin de hacer ese seguimiento en el tiempo se usa como modelo un ecosistema nativo local (el correcto), en este caso será un bosque nativo, ese se constituye en el “ecosistema de referencia” del proyecto. Pero para recordar –y tener en cuenta– que el bosque es más que árboles, es relevante lo que los Estándares internacionales para la práctica de la restauración ecológica de la SER, publicados en 2016, indican sobre el tema: “un ecosistema de referencia usualmente representa una versión no degradada del ecosistema completo, con la flora, fauna, elementos abióticos, funciones, procesos y estados sucesionales que se presentarían en el sitio si la degradación, daño o destrucción no hubieran ocurrido”.
Del mismo modo, en la rehabilitación se deben determinar las funciones ecosistémicas a ser alcanzadas, eso determinará la selección de especies, el modelo y los plazos.
Una vez establecida la imagen del final del proceso, el siguiente paso será determinar las claves para el éxito de la restauración ecológica.
(*) Responsable del área de bosques y biodiversidad de FCA-UNA
