La planificación del uso de la tierra tiene dos ámbitos importantes a saber: el ambiente urbano y el ambiente rural. En ambos hay mucho por hacer, sin embargo, se han realizado varios trabajos a nivel distrital al respecto.
En este sentido, cada municipio debe aplicar lo establecido en el título décimo “De la Planificación y ordenamiento territorial del municipio” de la Ley número 3966/2010 “Orgánica Municipal” que, en su artículo 224, expresa: “Las municipalidades establecerán un sistema de planificación del municipio que constará, como mínimo, de dos instrumentos: el plan de desarrollo sustentable del municipio y el plan del ordenamiento urbano y territorial”. La misma ley, en su artículo 226 establece que el plan de ordenamiento urbano y territorial tendrá por finalidad orientar el uso y ocupación del territorio en el área urbana y rural del municipio para conciliarlos con su soporte natural e indica que el plan es un instrumento técnico y de gestión municipal y contiene la delimitación de las áreas urbana y rural, la zonificación del territorio y el sistema vial, entre otros.
ETAPAS
Las diez fases para la planificación del uso de la tierra, indicados por la FAO, deben ser conocidos por los gestores y administradores de las tierras, de manera a entender el modelo propuesto y, a partir del mismo, generar una metodología apropiada para cada uno de los escenarios que se presentan a nivel distrital, departamental, regional y nacional, pues la estructura política así lo sugiere. Estas diez fases son las siguientes: (1) establecer las metas y determinara las tareas, (2) organizar el trabajo, (3) analizar los problemas, (4) identificar las oportunidades de cambio, (5) evaluar la aptitud de la tierra, (6) evaluar las alternativas, (7) elegir la mejor opción, (8) preparar el plan de aprovechamiento de la tierra, (9) realizar el plan, y (10) seguir de cerca y revisar el plan.
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ÁMBITO RURAL
La planificación del uso de la tierra a nivel rural necesariamente debe basarse en los estudios de suelos realizados a nivel de las dos regiones: Oriental y Occidental, así como en datos de clima, riesgos de erosión y excesos de agua, tal como lo sugiere el sistema de clasificación de tierras por su capacidad de uso. Con esto, el ordenamiento del territorio permitirá la producción de rubros agropecuarios en los sitios que están mejor preparados para estos menesteres, así como proporcionará la mayor ganancia para los productores, que deberán mejorar sus condiciones de vida con estos trabajos.
Los gobiernos nacional, departamentales y distritales deben tomar conciencia de la falta de un plan de ordenamiento territorial a las diversas escalas, de manera a iniciar una verdadera revolución del sistema productivo nacional, destinando las tierras a las actividades paras las que son aptas. Esta conciencia debe estar acompañada de una clara política de recaudación de impuestos, dando incentivos a las tierras productivas, sea por su producción agropecuaria o por su belleza escénica o cuidado del ambiente, y castigando a las tierras improductivas, producto de la especulación financiera.
Las herramientas para optar por un modelo de gestión más ordenado y claro están a disposición de las autoridades, tanto en las universidades como en los centros de investigación; la opción de adquirirlas para provecho de la población es cuestión de una decisión de los gestores de nuestra ciudadanía.
(*) Docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Asunción.
