PASO 1: Mezclar el 50 por ciento de suelo común con 50 por ciento de abono orgánico que puede ser estiércol de vaca, compost, mantillo o incluso se puede comprar del supermercado que se vende en bolsas.
Es importante mezclar bien y colar el abono, de tal forma a evitar terrones que compliquen el desarrollo del plantín.
PASO 2: Al cargar los recipientes para almácigo, es importante no aplastar la mezcla que recibirá a la semilla porque se compactará el suelo. Es fundamental que los recipientes tengan orificios debajo para que se escurra el agua en exceso, pues si el agua no corre la semilla puede ser superada por la humedad y morir.
PASO 3: Siembre la semilla a una pequeña profundidad (1 a 2 cm) tape con una fina capa de suelo y riegue suavemente. Es importante observar todos los días el desarrolo del plantín, también se deben eliminar manualmente los yuyos para que no compitan por los nutrientes del suelo. Riegue (si es necesario) con lluvia fina, para humedecer no ahogar.
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PASO 4: Cuando la plantita tenga 3 a 4 hojas definitivas o verdaderas, o aproximadamente 10 a 15 centímetros de altura, o tal vez comparado al grosor de un lápiz, ese es el momento del trasplante. Se debe tener mucha atención al realizar ese trabajo y que no se llegue a cortar ni podar las raíces, cuide la profundidad y riegue.
PASO 5: Los cuidados que se le deben dar al plantín en el lugar definitivo son un buen riego, y si son hortalizas de frutos se recomienda un tutorado y atado. El raleo o desbaste significa eliminar las plantitas más débiles; dejar espacio adecuado para que crezcan mejor (zanahoria, rabanito), la limpieza y el riego conforme a su necesidad.
PASO 6: Una de las mayores satisfacciones para la persona que produce sus propias hortalizas en casa, es la seguridad de que no contienen productos químicos u otro residuo. La hortaliza cuyo ciclo de cultivo es más corto es el rabanito, prácticamente entre 25 y 30 días está listo, mientras que la acelga, espinaca y lechuga en 60 días.