El sistema energético paraguayo atraviesa un punto de inflexión.
El Foro Energético Nacional 2025, organizado por la Unión Industrial Paraguaya (UIP), evidenció un diagnóstico común: el país debe definir ya una agenda energética para sostener su crecimiento y atraer inversiones. La agenda energética nacional necesita mayor visibilidad y protagonismo, concluyen los organizadores de ese encuentro.
Uno de los consensos técnicos más claros apunta al límite del excedente eléctrico. De acuerdo con proyecciones de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la UIP y académicos, hacia 2030-2032 la demanda superará la capacidad disponible. El presidente de la UIP, Enrique Duarte, es categórico: “Un sinceramiento gradual, técnicamente diseñado y con protección social focalizada debe formar parte de la solución”, afirma.
El desafío no es menor. Las inversiones necesarias en generación rondan los US$ 12.000 millones, mientras los recursos hoy asegurados apenas alcanzan US$ 174 millones.
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Ante la restricción fiscal, se plantea la emisión de bonos soberanos y la apertura al capital privado. Félix Sosa, titular de la ANDE, reconoce que se trabaja con el Ministerio de Economía para definir “el momento preciso” de esa operación.
La falta de nuevas fuentes de generación en las últimas cuatro décadas es otro punto crítico. Para Ángel María Recalde, exconsejero de Yacyretá, la solución más inmediata es instalar plantas solares: “En 10 meses pueden instalar 100 o 200 megavatios, sin problemas”, indica. Su advertencia es clara: “No hay crecimiento económico sin disponibilidad de energía eléctrica”.
La diversificación de la matriz surge como condición imprescindible.
Desde la Asociación Paraguaya de Energías Renovables, Víctor Giménez remarca que el país tiene una oportunidad: “No vemos esto como un problema o una urgencia. Lo vemos como un desafío y una oportunidad”. Su planteo: descentralizar la generación, aprovechar el potencial solar y eólico, y convertir la energía en motor de desarrollo regional.
El riesgo, sin embargo, es palpable. Recalde alerta que si el crecimiento se mantiene en torno al 10% anual, la capacidad hidroeléctrica actual podría agotarse ya en 2035.
En síntesis, Paraguay enfrenta una ventana de decisión. El dilema es nítido: si no se actúa con visión y coraje político, habrá estancamiento y pérdida de competitividad; pero si se acelera la diversificación, el país podría convertirse en un hub energético regional. Tal como resume Duarte: “Se requieren coraje político y claridad técnica para definir las decisiones del próximo quinquenio”.
