En una primera fase del pacto entre ambas naciones, el país asiático se compromete a comprar US$ 200.000 millones más en productos estadounidenses durante los próximos dos años, y se obliga a no devaluar su moneda (el yuan) para subir artificialmente la competitividad de sus exportaciones. En contrapartida, EE.UU. retirará impuestos a las importaciones (valuados en unos US$ 360.000 millones) sobre productos chinos. Este acuerdo incluye un compromiso de China de aumentar sus compras de cultivos y productos estadounidenses, al menos en el corto plazo, lo que ha repotenciado los mercados globales en los últimos días.
Sin embargo, los asuntos más difíciles quedaron pendientes de ser resueltos en negociaciones de la “fase dos”, incluidos los masivos subsidios estatales a industrias y la transferencia forzada de tecnología.
A nivel local se habla de repercusiones en el agro por un posible impacto en precios de los commodities y en la expectativa de exportación al país asiático.
Expertos consultados refieren al respecto que entre las principales ventajas del pacto entre dichas potencias está la estabilidad de los mercados, que es la base para un mejor desempeño económico. Se espera repercusión en la demanda de rubros agrícolas por parte de China a nivel local, lo que a la vez afectaría a todos los países de Sudamérica.
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