El CES es una asociación de hombres y mujeres que deseamos invertir en la cultura misma. Iniciamos nuestras actividades difundiendo los principios rectores de la filosofía, la economía, el derecho y la política, en el entendimiento que dichas áreas del conocimiento humano resultan necesarias para acometer con éxito las transformaciones, cambios que solo se podrán llevar a cabo si previamente se recorre otro camino diferente por el que se transita.
Cito al querido maestro Porfirio Cristaldo porque su obra fue fecunda para hacer entender sobre la necesidad de dar importancia a las ideas. Desde luego, en un país donde nunca se dejó prender las ideas de la libertad no fue ni será fácil llevar a cabo esta misión. Y debe ser por ello que los que estamos en esta tarea lo llevamos a cabo porque sabemos que si fuera fácil no habría necesidad de ello. Precisamente porque es difícil es que debemos acometer con decisión nuestros propósitos.
Las llamadas ideas de la libertad que recibe por nombre liberalismo y a la fecha libertarianismo debido a que aquella palabra fue tomada por la izquierda con connotaciones socialistas, no tienen un fundador en específico. Se origina en Grecia y Roma. El “ius naturalismo” considera la existencia de un derecho natural que no emana del designio humano.
Unos dicen que proviene de Dios (como el que suscribe), otros de un proceso de evolución de ensayo error que, por cierto, no excluye a la primeramente citada. El derecho natural o “ius naturalis” es un derecho superior al derecho positivo proveniente de lo que llamamos legislación.
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Este derecho natural, por ende, sirve de sustento a lo que se conoce como ley emanada de la autoridad. Tanta es la profundidad de este tema, que ya los antiguos pensadores decían con razón que una cosa no es justa por el hecho de ser ley, debe ser ley porque es justa.
Ley superior
Como se podrá notar, el concepto de una ley superior resulta fundamental en el liberalismo. En el derecho es clave para conocer el significado de la ley, y en la economía para entender que la legislación no puede ni debe obstaculizar sino garantizar la toma de decisiones de las personas o lo que es lo mismo, de las empresas y asociaciones voluntariamente formadas entre los individuos.
Durante un buen tiempo, recuerdo que en mi cátedra de Filosofía del Derecho no dejaba de mencionar a los alumnos un drama extraído de la cultura griega clásica, esto es, una joya literaria en la que el enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural es el epicentro del argumento.
En efecto, en el siglo V antes de Cristo, el poeta griego Sófocles relata la historia de Antígona, cuyo hermano había atacado la ciudad de Tebas y había muerto en combate. El tirano Creonte ordenó por ese motivo arrojar el cadáver fuera de los muros de la ciudad, sin sepultura. Sin embargo, Antígona desafió a Creonte y enterró a su hermano.
Luego cuando Antígona es llevada ante el tirano, declaró que una ley dictada por un simple mortal, aunque fuera un rey, no podía derogar “las leyes infalibles y no escritas de los dioses”, que existían desde tiempos inmemoriales.
¿Por qué es importante?
La noción de una ley superior a la que el Estado con sus respectivos gobernantes debían someterse se asentó y creció a lo largo de la historia, se convirtió en parte de la misma civilización occidental y llega a nuestros días. En este turbulento siglo XXI continúa vigente.
El fuerte ataque que recibió y sigue dándose por ideas contrarias al derecho natural de base liberal y en particular por los intelectuales del colectivismo donde están los marxistas, comunistas, nazis, fascistas y progresistas mimetizados de ingenieros sociales que se consideran investidos de una sabiduría superior a los demás, la realidad es que todos ellos terminan por desear a toda costa dirigir la vida de los demás.
De este modo, lo que se fue dando es una embestida contra los derechos naturales en la que la vida, la libertad y la propiedad de los individuos vienen a ser su piedra filosofal. Pero los autoritarios de todos los tiempos nunca cesan en persistir en la malsana intención de violar nuestros derechos naturales. Hacen uso del poder, de la coerción, crean monopolios, expropian los bienes de los demás, crean impuestos y burocracia que, finalmente, imposibilitan la cooperación social entre las personas.
Contenido moral
Los fundamentos expuestos aquí sintéticamente son de orden filosófico y moral. Por ejemplo, la legítima defensa que significa el respeto a la vida, la libertad propia como la del prójimo así como la propiedad tienen esa impronta moral.
Así también el enriquecerse a costa de otro sin justa causa no nos está permitido porque deberíamos dar y reconocer a otros lo que le es debido. Asimismo, la responsabilidad por los propios actos nos lleva a considerar que la libertad no es libertinaje, es la responsabilidad antes dicha. Igualmente, asumir las consecuencias de nuestras acciones y no ser jueces y parte en el mismo proceso nos conduce inexorablemente a la organización de la justicia.
Decía Solón (poeta, reformador político, legislador y estadista ateniense, considerado uno de los Siete Sabios de Grecia. 638 a. C.-558 a. C ): “No puede existir ningún control de la vida pública que no fuese la certeza de ser gobernados de acuerdo a normas prestablecidas”. Esto es fundamental.
Solón desde ese entonces se adelanta en siglos de lo que luego sería el precioso legado del liberalismo universal de lo que llamamos el constitucionalismo y el debido proceso. También podríamos citar a Demóstenes, quien dijo: “No resulta justo y tampoco legítimo promulgar una ley a uno solo o algunos individuos, a menos que la misma sea aplicada a todos los atenienses”.
Economía
Si nos acercamos a la economía, vemos que la propiedad es clave para entender a la misma porque sin ella no hay precios, y si no hay precios, no hay cálculo económico, todo lo cual termina en falta de creación del ahorro y la inversión, lo que termina en pobreza y desempleo sumado a calamidades sociales que destruyen al ser humano en sus proyectos personales y familiares.
La propiedad no es un bien en sí mismo, sino un derecho de carácter moral. La propiedad es sagrada para un liberal o libertario no porque sea un objeto material como lo consideran los socialistas y colectivistas en general que pretenden su destrucción. La propiedad es fruto del trabajo. El ser humano que no puede disponer de su esfuerzo se asemeja a un esclavo. De ahí deviene precisamente la necesidad de otorgar seguridad a la propiedad, puesto que constituye la base de la convivencia pacífica, del progreso y de la civilización misma.
Si hablamos de países prósperos que alcanzaron sitiales de mejoramiento de las condiciones de vida, antes que una capacidad tecnológica, tuvieron que partir de instituciones que dieran las máximas garantías a la vida, la libertad y la propiedad.
Finalmente, en este comentario periodístico no puedo dejar de mencionar la ley de las Doce Tablas que estableció que “no se aprobará privilegio o estatuto alguno en favor de personas particulares”. Cito seguidamente a Julio César, para quien “la ley no solo es anterior a la organización del poder, sino a la autoridad del legislador”.
Los logros de las ideas de la libertad han sido y siguen siendo atacados por fuerzas contrarias a los derechos naturales. Pocas veces en el mundo y desde luego hago expresa referencia a nuestro Paraguay está más que vigente aquella frase de Thomas Jefferson: “El precio de la libertad es la eterna vigilancia”.
Disponer
El ser humano que no puede disponer de su esfuerzo se asemeja a un esclavo. De ahí deviene precisamente la necesidad de otorgar seguridad a la propiedad.
Libertad
Los logros de las ideas de la libertad han sido y siguen siendo atacados por las fuerzas contrarias a los derechos naturales.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.