Tendencias de otras partes del mundo están llegando al país e indican que en el ámbito corporativo ya no es suficiente contar con líderes dotados de carisma, automotivación, dinamismo, que puedan conducir a un equipo hacia adelante, capaces de resolver problemas, innovadores y con muchas otras tantas competencias en las cuales se hacía hincapié a inicios del nuevo milenio. Hoy los tiempos cambiaron y los organismos van comprendiendo la relevancia de un nuevo ingrediente, imperceptible a simple vista, pero de vital importancia para que un líder y su grupo de colaboradores sean realmente exitosos: el bioliderazgo.
Daniel Ciccone, relacionista público y chief executive officer (CEO, por sus siglas en inglés) de SerFer, detalla que se trata de un factor determinante que puede garantizar de una forma sostenible la conducción de personas y agrupaciones laborales hacia el triunfo global y cabal. “Trabajamos con nuestro ser para revolucionar nuestro hacer”, sostiene de manera tajante.
Esta filosofía va más allá de las técnicas y herramientas convencionales, ya que propone un estilo de vida que incorpora principios y procesos de conversión permanentes, lo que denomina “transformación sobrenatural del ser” o TSS, acompañado de una tecnología de punta que permite planear, monitorear y medir el crecimiento continuo, tanto personal como organizacional.
El bioliderazgo parte de fundamentos milenarios atemporales descubiertos en la Biblia, pero que pueden ser aplicados a cualquier entorno o situación, y de hecho, actualmente están siendo utilizados en instituciones de carácter internacional, tanto en Oriente como en Occidente, con resultados exponenciales, según Ciccone.
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Antes que nada, el líder debe llevar una vida interior balanceada, y esta corriente persigue contribuir integralmente con los integrantes de un staff apuntando a tres tipos de inteligencia: la racional, de técnicas y conocimientos; la emocional, para saber cómo relacionarse con los demás inclusive bajo presión; y la espiritual, que no tiene que ver con religión, pero sí con Dios. “Se comprobó que si una persona logra alcanzar esta conexión espiritual con Dios es más productiva. La rueda de la vida se compone de ocho partes: la física, social, emocional, económico-financiera, laboral, familiar, intelectual y espiritual”, detalla.
Una de las bases de esta mirada macro hacia el ser humano es que “estar conectado a la fuente te renueva”. Es decir, que si uno carece de un momento diario para refrescar la forma de pensar, a mediano o largo plazo, uno se quedará en el camino.
“Poseemos una vitalidad propia que se agota como la gasolina, pero la única vitalidad que no se agota es la que proviene de Dios. Yo no soy religioso; la religión me aburre, pero estos principios me ayudaron a mí, a mi familia y a mi empresa, y hoy estamos ayudando a diferentes organizaciones”, explica el CEO de SerFer.
Esta consultoría de bioliderazgo trabaja con el Gobierno, empresas privadas, la educación y también con organizaciones no gubernamentales. De antemano, realizan una presentación de 30 o 40 minutos de duración de modo de conocer sus necesidades e interiorizarse en ellas. De acuerdo a lo que refiere Ciccone, su firma ahora presta servicios a diez empresas.
El líder debe llevar una vida interior balanceada, y esta corriente persigue contribuir integralmente con los integrantes de un staff apuntando a tres tipos de inteligencia: la racional, la emocional y la espiritual.
Daniel Ciccone
Licenciado en Relaciones Públicas y máster en Comercialización Estratégica, ambos obtenidos en la Argentina, con especializaciones en Comportamiento Humano en Estados Unidos y Singapur. Es fundador y CEO de Ser Group International, entidad dedicada al desarrollo personal y organizacional con presencia en tres continentes del mundo. Fue uno de los expositores del “I Congreso internacional de bioliderazgo: resultados exponenciales, propósito sobrenatural”, celebrado en nuestro país.
silvana.bogarin@abc.com.py