Con ese acto concreto se iniciaba el período de conquista y colonización del Paraguay por España. La llegada de los españoles estuvo marcada por profundos desencuentros culturales. Por una parte, los españoles invadieron junto con su cultura, lengua y religión; y por otra, las poblaciones indígenas con sus respectivas lenguas, tradiciones y creencias. El choque de culturas fue traumático, en una lucha cruel y desigual, España triunfó rápidamente.
Los conquistadores sin escrúpulos utilizaron el trabajo indígena. Meliá argumenta, intentando una visión de la conquista desde la óptica de los pueblos Guaraníes, que:
[Ellos] vieron a los recién llegados, en la época de la fundación de Asunción, en torno a 1537, como amigos y aliados, como karai, viniendo de tierras lejanas, y como posibles cuñados. Muy pronto, sin embargo, los mismos guaraníes se rebelaron contra esos karai, que los hacían trabajar sin descanso y los sacaban de sus aldeas y hábitat tradicional.
Pero la conquista no significó, solamente, opresión económica a los pueblos guaraníes, supuso también el primer anuncio evangélico en estas tierras. Los misioneros defendían a los indígenas, buscando siempre que sean respetados sus vidas y sus bienes, además de procurar instruirlos en la fe católica, introdujeron la evangelización pacífica y rechazaron la conquista militar.
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Un verdadero salto cualitativo se dio para los pueblos guaraníes con la entrada de la Compañía de Jesús y de sus reducciones. Los jesuitas avanzaron hacia un eficaz instrumento de protección y dignificación plena de los guaraníes frente a los abusos de los encomenderos, preocupándose no solo de su evangelización sino de salvaguardar su rica cultura, incluido el rescate y codificación de la lengua guaraní y de su modo de ser como pueblo.
El compromiso de los padres jesuitas habría llevado, inclusive, al enfrentamiento a escala mayor con el poder colonial, durante la revolución de los comuneros. Sin embargo, no fue unánime el canto a favor de la labor de los jesuitas entre los guaraníes. Se los ha acusado, asimismo y no sin razón, de pretender subsumir la cultura guaraní en la cristianaespañola con sus reducciones.
En el Paraguay, las reducciones fueron ocho: San Ignacio Guasu, fundada en 1609 a pocos kilómetros de Encarnación; Santa María en 1647, Santa Rosa en 1698, Santiago en 1659, San Cosme y Damián 1634, Itapúa en 1615, Trinidad en 1706 y Jesús en 1685.
La relación de dominación- dependencia de jesuitas e indígenas generó, asimismo, huidas y escapes de los guaraníes de las reducciones a su antigua vida en el monte. En suma, y pese a las contradicciones, esta experiencia de preservar la cultura guaraní acabó abruptamente debido a mezquindades políticas, que derivaron en la expulsión de los jesuitas en 1767, y en la propia disolución de la Compañía por el papa Clemente XIV en 1773.
A la pregunta de qué pasó con los indígenas de las reducciones luego de la expulsión de los jesuitas, responden algunos autores afirmando que «estos se dispersaron, algunos a la selva, otros a los pueblos».
Fuentes: ROJAS BRÍTEZ, Guillermo. 2012 Los pueblos guaraníes en Paraguay. N.° 13 - Junio Centro de Estudios y Educación Popular Germinal. Asunción - Paraguay.
ZANARDINI, José, Los pueblos indígenas del Paraguay. Asunción. 2011.
MELIÀ, Bartomeu. 1997. El guaraní conquistado y reducido. Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica. Asunción.
