Los Homo sapiens tenemos un cerebro altamente social, por lo cual fácilmente podemos contagiar nuestras emociones o contagiarnos de las que expresan las demás personas.
Nuevas investigaciones presentan que observar el estrés experimentado por otras personas puede desencadenar una respuesta similar en nuestro organismo. Ver reír a alguien o a un grupo llevaría a que se desencadene nuestra risa; acompañar a una persona en un momento difícil, a sentirnos tristes; mirar bostezos, también a bostezar. Todas estas son pruebas cotidianas de que las emociones son contagiosas.
Los neurocientíficos realizan diversas investigaciones para comprender cómo las personas tomamos el estado anímico de otros.
Desde el descubrimiento de las neuronas espejo o especulares por el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti, la curiosidad creció aún más. En su morfología, las neuronas espejo no se distinguen de las otras células nerviosas, pero sí lo hacen por la doble función que cumplen: como hemos leído anteriormente, se excitan ante determinadas acciones, las realicemos nosotros o las observemos en otros. El sistema de espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Para los investigadores hasta los programas de televisión pueden afectarnos, ya que el estrés tiene un enorme potencial de contagio.
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Partiendo de que en la actualidad uno de los males que aqueja nuestras sociedades es el alto nivel de exigencias: horas de trabajo, poco descanso, tránsito complicado; resulta importante tener presente cómo sin quererlo nos transmitimos el estrés unos a otros. Cierto nivel de exigencia nos activa y puede ser necesario para que podamos estudiar, cumplir con nuestro trabajo, tareas, pero si es desmedido será contraproducente y afectará toda nuestra UCCM (unidad-cuerpocerebro- mente).
En todos los ámbitos debemos considerar el cuidar a nuestros alumnos, equipo, compañeros, lo que nos permitirá entender qué pedir y cuánto, según las posibilidades reales del momento particular de cada persona.
Las obligaciones desmedidas tanto en el aula como en el trabajo perjudican principalmente dos áreas del cerebro, en donde se encuentran una gran cantidad de receptores de hormonas del estrés: el hipocampo (implicado en la formación de nuevos recuerdos) y la corteza prefrontal (involucrada en las funciones cognitivas complejas: toma de decisión, adecuación del comportamiento, planificación, pensamiento consciente).
Es importante dar espacios para que la UCCM se recupere de los esfuerzos. Los descansos durante el día no son una pérdida de tiempo sino una optimización del mismo: permiten que el organismo vuelva a contar con la energía necesaria para responder a las tareas.
Fuente: Gallese, V., Keysers, C., & Rizzolatti, G. (2004). A unifying view of the basis of social cognition. Trends Cogn Sci, 8(9):396-403.
