Crecimiento personal y social

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Los seres humanos poseemos la fuerza capaz de abrir nuevos horizontes que enriquezcan nuestras vidas.

Una de las tentaciones de las cuales no podemos sustraernos, y que marcadamente persisten en la vida de las personas, es esa tendencia a detenerse. Detenerse en su sentido constructivo es la posibilidad de pararse y considerar acciones, hechos, fenómenos y otras circunstancias ante las cuales las personas se sienten interpeladas y, posteriormente, seguir caminando.

Por otra parte, detenerse es sinónimo de interrumpir un proceso, cortar un progreso, estancar, atajar, reprimir, refrenar, moderar.

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Partiendo de estas últimas derivaciones, y conjugando con ese deseo de autosuperación que anida en la interioridad de cada persona, la realidad nos demuestra que llegamos a desarrollar de manera ínfima el enorme potencial que poseemos, es decir, llegamos a conformarnos con resultados poco ambiciosos, que si los hubiéramos superado, podrían haber servido para el propio crecimiento personal, y consecuentemente como factor de crecimiento de los demás.

Quiero, pero no puedo...

Es importante tener en cuenta que en este deseo de ir haciendo nuestra persona existen condicionamientos que no nos permiten avanzar; por ejemplo, nos encontramos con personas que manifiestan su firme deseo de querer «aquello», pero se encuentran limitadas. Es aquella expresión que brota de la impotencia: «Quiero, pero no puedo».

Condicionamientos que frenan la acción en valores

- Biofísicos. Existen condicionamientos físicos que impiden nuestras acciones. Acciones con las cuales podríamos beneficiarnos nosotros mismos o a los demás.

- Sicológicos. Los condicionamientos sicológicos, además de estancar la acción de las personas, muchas veces hacen que retrocedan.

- Sociales. Se presentan cuando se oponen fuertes presiones sociales, que impiden a las personas acciones eficazmente.