El zorro cuidando del gallinero

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No hay mal que por bien no venga, es una tan antigua como sabia frase que se aplica en este “affaire” de la Policía Nacional.

El tema de los combustibles es una cuestión de vieja data que era un secreto a voces en esa institución, pero que no trascendía porque el sistema de corrupción era cuidado por los beneficiados.

El escándalo de combustibles tumbó al comandante que por lo mínimo es responsable, porque la situación se salió de control.

Sirvió para conocer cómo se enriquecen los policías a costa del erario del pueblo.

Es seguro que este no es el único caso de corrupción policial.

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Habría que indagar por ejemplo en otros ámbitos relacionados a la licitación y provisión de productos para la Policía, el pago por servicio de seguridad privada, el chantaje a aquellos que tienen antecedentes, la extorsión a las “parejitas” en horas de la noche, por citar algunos casos pequeños, y entre los grandes la vista gorda al narcotráfico, el de armas, contrabando, etc.

La descomposición en que se encuentra la Policía no es de ahora. Se extiende a muchos años atrás.

Se producen los cambios, pero el sistema está instalado para que el que detente el poder se convierta en millonario de la noche a la mañana. Una tentación irresistible dentro de un esquema perverso en que les forma a los agentes.

Lo más grave de todo es que esto tiene su impacto en la sociedad, porque cuando se habla de inseguridad se traduce en la falta de patrullera ya sea porque están descompuestas o no tienen el combustible suficiente, lo cual es una ironía.

Se traduce en que los policías honestos hacen “brazos caídos”, producto de la indignación que les causa ver cómo sus jefes roban impunemente.

Se traduce en el mensaje que se les da a los policías que inician la carrera de que robando se puede llegar lejos en la institución.

En pocas palabras, se traduce en el mal servicio a la gente que padece a diario los avatares de la delincuencia.

En buena hora la decidida gestión de la fiscalía de investigar el caso y llevar a altos niveles. Es de esperar que no termine allí porque seguro que hay más involucrados. Que sea un mensaje claro y contundente de que el que roba tiene que ir a la cárcel.

ocaceres@abc.com.py