La importancia de que las sesiones sean públicas

El caso del fiscal Jalil Rachid, el del caso Curuguaty, más allá una decisión correcta o no de la Corte Suprema de Justicia marca la importancia de la publicidad de los actos.

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Fue así que pudimos ver como el máximo tribunal en una sesión dejaba fuera del Ministerio Público y ocho días después lo confirmaba en el cargo al fiscal de Curuguaty.

Acá hacemos una pausa para decir que si bien la Corte nombra a fiscales a un cargo específico, la fiscalía general del Estado tiene la potestad de asignarle la territorialidad. Rachid hace tiempo ya no está en Curuguaty y últimamente estaba cumpliendo funciones en Asunción.

Pero volviendo al tema central, la transmisión de la sesión del pleno de la Corte nos permitió ver que en la que fue destituida Rachid solo estuvieron seis de los ocho miembros actuales.

En una hábil jugada de la nueva camada de la Corte, encabezada por el presidente Eugenio Jiménez Rolón e integrada por Manuel Ramírez Candia y Alberto Martínez Simón, lo dejaron fuera ante la protesta de la “antigua” Corte integrada por Myriam Peña, Antonio Fretes y Manuel Benítez Riera.

Myriam Peña pidió se le confirme con el argumento de que Rachid realizó un buen trabajo en una zona geográfica complicada para nuestro país.

Ramírez Candia argumentó que hubo deficiencia en la investigación de la masacre de Curuguaty –una de las peores de nuestra historia–, por lo que debía quedar fuera.

Como estaban en paridad, el presidente Jiménez Rolón hizo valer su doble voto.

Parecía que Rachid quedaba fuera, pero en la siguiente sesión la Corte hizo lugar a una reconsideración presentada por el mismo y en una sesión de la Corte con todos sus miembros presentes, la vieja camada, con el voto de Gladys Bareiro de Módica, logró confirmarlo en el cargo. El ministro César Garay Zuccolillo aportó con su abstención porque si votaba en contra, la nueva camada de la Corte iba a hacer valer su mayoría.

Lo interesante de todo es que pudimos ver lo que pasó y no como ocurrió en otros casos, como por ejemplo en el del fiscal anticorrupción Luis Piñánez cuando había quedado fuera.

Allí no hubo argumento ni pedido de reconsideración. La Corte, al verse criticada por la decisión que tomó, retrocedió en su idea y confirmó a Piñánez como fiscal.

En realidad nunca se supo qué pasó en ese caso. Y como ocurrió en otras ocasiones, se faltó el respeto al electo preliminarmente.

Pudo haberse equivocado o no la Corte con la decisión tomada en el caso Rachid, pero lo que no se puede cuestionar es que se conoce lo que ocurrió con la sesión.

Hoy podemos saber que la mayoría de la Corte integrada por los ministros antiguos maneja la tesis de que la trayectoria es lo que cuenta para la confirmación de jueces y fiscales, independientemente de las denuncias que tengan encima. Y todo, mediante esta gran conquista que es la transmisión en vivo de sesiones que antes se resolvían entre cuatro paredes.

ocaceres@abc.com.py

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