Lucen mucho en el jardín, pero no son plantas que necesitan un trabajo diario, por ejemplo, la rhipsalidopsis, a la que conocemos gracias a la ingeniera María Angélica Centurión, quien destaca las hojas carnosas que le permite una reserva de agua; es decir, no se riega mucho. El método de introducir el dedo índice en la plantera es inequívoco, así determinamos su grado de humedad y, de acuerdo a ello, en esta época basta con regarla una vez a la semana.
Sus ramas colgantes y florecidas crecen bien en una plantera “plato”. La fertilización con humus de lombriz aporta nutrientes al sustrato de suelo suelto de jardín. Cuando hace mucho calor, más de 35 oC es importante controlar el grado de humedad del sustrato.
Es susceptible a la infestación de cochinilla algodonosa y si aparece, se le aplica un insecticida natural: una cucharada de aceite de comer y media cucharada de jabón en polvo, mezcla que se le pasa por el tallo y las hojas con un cepillo, así el insecto muere por asfixia. La bella planta exige pocos cuidados y adorna la casa desde una maceta colgada.
Otra opción es la thunbergia o mal vecino yuru en guaraní, fácil de reproducir y cubre mucho. El rápido crecimiento, el brillo y la gracia resumen a esta especie trepadora, en su mayor parte perenne. Es muy apreciada por sus atractivas flores. Resulta muy fácil de cultivar, luce muy bonita en los jardines exteriores trepada a soportes, pergolados y, en las condiciones adecuadas, puede ser enredadera de interior. Como toda trepadora, necesita algún soporte del cual engancharse, tales como cañas insertadas en la maceta, espalderas o una pantalla; también, se la puede cultivar en cestas colgantes.
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La temperatura ideal para esta planta es 16 oC, con buena luz, pero apartada del pleno sol. Riegue escasamente, para que el compost esté tan solo húmedo y rocíe de vez en cuando en los días más cálidos. La propagación se realiza por medio de semillas que se siembran entre invierno y primavera.
Foto Silvio Rojas
