Con los rayos del sol filtrándose desde las inmensas aberturas, el departamento parece flotar, sus espacios conectados tienen el color vivo de los pétalos y miniárboles con frutas sobre las mesas, cuadros de artistas nacionales aparecen en todas partes, con alfombras que delimitan suavemente. El parqué brilla y se mesura con la intervención de paredes grises, un comedor a la mano derecha cuenta con mesa cuadrada para 10 personas rodeada de sillas de inspiración Chippendale. Un bello ángel toma altura desde una banqueta. Los muebles modernos, como el sofá de cuero, el sillón francés, las sillas talladas y un empapelado blanco detrás del plasma, son piezas muy distintas que, sin embargo, congenian muy bien aquí.
Los cerramientos transparentes permiten acceder al área de parrilla, que cuenta con iluminación natural todo el tiempo posible y la climatización necesaria. Susana Acosta apuesta por el color con la ayuda de la arquitecta Ana Talavera, porque para pintar, escuchar música, y reunir amigos y familia había que congeniar varios elementos. En un sector, los hijos ven
partidos y, en otro, la mamá disfruta de sus series y conciertos musicales favoritos en la galería cerrada, lugar donde se juntan a comer asado y comparten en familia los fines de semana. Hay tiempo para cultivar los hobbies, pintar al óleo o enaltecer la artesanía nacional. La parrilla con ladrillos, revestida de granito negro, posee la flor de liz en la chapa, en un entorno que incorpora los jardines de sus imponentes vistas.
Espejos en forma de sol, mesitas de apoyo, pufs; todo para el confort indispensable al pasar a la galería los pisos son de porcelanato rústico y los muros texturados. Asientos altos de ratán y una mesa central de vidrio, otra vez apelan al ornamento natural: helechos, orquídeas y miniárboles frutales. El arte abraza a los moradores como un refugio sagrado.
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Fotos Silvio Rojas
