Los monumentos representan la memoria histórica de un país y miden su nivel de cultura. Así, en ciudades extranjeras se pueden apreciar imponentes obeliscos, estatuas de héroes, panteones e inclusive basílicas y palacios de gran porte y elegancia.
Lastimosamente, la capital paraguaya es una ciudad con pocos monumentos importantes, y para constatar este contraste no es necesario viajar a países europeos, basta con dar un “saltito” a Buenos Aires o San Pablo. Desde esta perspectiva parece acertada la idea de coronar al monumento del cerro Lambaré con una imagen de Nuestra Señora de la Asunción, patrona del Paraguay y mariscala del Ejército nacional.
Pero ante este proyecto, encarado por la Municipalidad de Asunción y el Arzobispado de la misma metrópoli, los ciudadanos disconformes no tardaron en hacer llegar sus legítimos reclamos. Algunos alegan que el Estado paraguayo es laico, no confesional, otros dicen que N. S. de la Asunción es patrona de la capital y no de Lambaré (error, Ella es patrona del Paraguay) y otros recurren a la queja: “por qué pio no usan el dinero para mejorar las calles, colegios y hospitales”.
Si bien el Paraguay es una República laica, no se puede olvidar el papel importante que tuvo la Iglesia en la formación de nuestra sociedad, como lo reconoce el art. 82 de la Constitución Nacional. Más allá de las ideologías que cada ciudadano tenga, la finalidad de un monumento es recordar la historia y cultura de un país. Ante esta premisa surge una gigantesca interrogante: ¿qué paraguayo se siente identificado con la estatua de la “Paz Victoriosa”? y, ¿cuántos cientos de personas van a rendirle homenaje a la Virgen cada 15 de agosto por el día de la Fundación de Asunción?
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Hay tantas cosas buenas por hacer y ciertamente presupuestos no tendrían que faltar ¡Claro que se deben mejorar las calles, colegios y hospitales!, pero para esto no es necesario dejar de hermosear nuestra ciudad. Ojalá este proyecto no se realice “vai vai” como tantas rutas del país. Ojalá el cerro Lambaré se convierta en un punto de encuentro familiar y turístico. Ojalá el monumento que se coloque, esta vez sí represente a los paraguayos, su historia, su fe y su cultura. ¡Ojalá!
Por Jorge de Jesús Flores (20 años)
