Pero qué pasa con los hijos del medio, los famosos hijos “sándwich”. Es típico escuchar que los hijos del medio crecen llenos de problemas, porque intentan competir con los mayores y se sienten inferiores a los menores. Es cierto que en algunas ocasiones estos hijos se muestran rebeldes, pero es una forma de llamar la atención de los padres, de decir: ¡aquí estoy!
Por lo tanto, es habitual que los hijos del medio tiendan a querer hacerse escuchar y reclamar por un espacio “para ellos solamente” y cuando esto no sucede pueden sentirse no valorados, o con baja autoestima. A veces lo que buscan para paliar este déficit es encontrar muchos amigos, que fuera de la familia, le den el apoyo que ellos necesitan.
Si bien es cierto que cada caso es diferente, lo cierto es que al estar metidos entre los hermanos mayores y menores, tienen que fortalecer su carácter, para hacerse sentir y no pasar desapercibidos. A veces esa situación puede dar lugar a problemas con el estudio o la conducta, pero esto no es más que una forma desadaptativa de enfrentarse a sus problemas.
Sin embargo, no todo puede ser negativo. Hay también elementos positivos que pueden darse. Los padres por ejemplo, han perdido la ansiedad porque ya saben cómo criar a un hijo. En ese sentido pueden crecer un poco más libres, sin tantas presiones, sin tantos horarios y sin tanto control. En otras palabras, menos sobreprotegidos.
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Por otra parte estos hijos pueden desarrollar destrezas de manera más rápida, ya que tienen el modelo del hermano mayor de donde aprender, de manera que se sentirán más estimulados y tendrán que acelerar su desarrollo para competir con el hermano mayor.
Otro elemento positivo que puede darse es el desarrollo de algunas capacidades únicas que pueden llevarlos a destaques en diferentes ambientes, deporte, estudios, sociabilidad, etc., como una manera de marcar su independencia de los demás.
¿Qué debemos hacer los padres? Sobre todo ofrecerles ese espacio de individualidad que ellos están necesitando. Salir solos en alguna oportunidad, hablar de algunos temas que solamente a ellos les interese, mostrarse siempre atentos a los cambios que puedan expresar y desde luego nunca, pero nunca compararlos con los hermanos, ni para bien ni para mal. De esa manera formaremos en ellos un carácter equilibrado, y con la suficiente individualidad que necesitan para sentirse seguros de sí mismos.
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