Luchando por sobrevivir

Una de las últimas comunidades indígenas en condición de aislamiento voluntario lucha por sobrevivir. La presencia de firmas ganaderas que cuentan con permisos para deforestar en la zona en la que habitan genera preocupación por la situación de los nativos.

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Hasta hace algunos años, poco se conocía sobre su existencia. La primera vez que se tuvo contacto con ellos había sido en el año 1978, cuando un grupo de 24 personas había sido capturado.

Según relata un trabajo preparado por Gladys Casaccia, varios de sus miembros resultaron muertos debido a que pensaron que un líder rival había vuelto para matarlos.

Ocho años después, en 1986, un grupo conformado por algunos sobrevivientes de los capturados y de otra comunidad fueron enviados a llevar el mensaje bíblico al grupo que vivía en medio de la selva. Pero los que vivían aislados decidieron defenderse. La matanza fue tremenda.

Se trata de los Ayoreos Totobiegosode, uno de los últimos grupos de indígenas que viven aislados de nuestra sociedad por decisión propia.

La venta de las tierras a productores y ganaderos que se dieron desde el final de la Guerra de la Triple Alianza fue reduciendo el vasto territorio del que alguna vez fueron amos y señores. Es por eso que varios de los que fueron contactados en aquellos años decidieron dar en 1993 inicio a una lucha que todavía sigue hoy, dos décadas después.

Los expedientes fueron presentados ante el Indi y el entonces Instituto de Bienestar Rural (IBR), actualmente Indert.

Sobre su hábitat tradicional de una extensión de 2.8 millones de hectáreas convinieron en tramitar la restitución de unas 550.000 hectáreas localizadas en el actual Departamento del Alto Paraguay.

Sin embargo, los trámites de regularización y titulación de esas tierras se encuentran estancados. Así relató a ABC Color Julio Duarte, el abogado que acompaña a la comunidad en esta lucha.

En 2001, el Viceministerio de Cultura decidió declarar las tierras reclamadas por la comunidad como patrimonio natural y cultural Ayoreo Totobiegosode. Además, la comunidad presentó una pedido de medida de no innovar en las tierras que forman parte del reclamo.

Según indicó Duarte, propietarios y ganaderos han intentado en varias oportunidades derogar esos dictámenes para poder utilizar esa zona para el engorde de sus animales. Una de las empresas, explicó, es la firma Jaguareté Pora S.R.L.

La citada firma es propietaria de unas 78.000 hectáreas que forman parte de las 550.000 reclamadas por los nativos. Duarte explicó que desde hace algún tiempo se desató una batalla judicial y administrativa que tendría como finalidad el poder explotar el área como pastura.

La Secretaría de Ambiente había decidido primero suspender y con posterioridad cancelar la licencia ambiental a Jaguarete Pora, para luego pedir la presentación de un nuevo estudio de impacto ambiental de sus trabajos.

Días atrás, la organización internacional Survival denunció que el estado paraguayo habría decidido renovar la licencia a la firma Jaguarete Pora, lo que permitiría el desmonte en la propiedad que forma parte del patrimonio totobiegosode.

Duarte asegura que en los últimos días se les confirmó que efectivamente se habría renovado esa licencia, lo que genera preocupación por la situación de la comunidad de silvícolas.

Gran parte de las 78.000 hectáreas forman el único núcleo verde que se conserva todavía más o menos íntegros, con montes vírgenes. El resto, ha sido convertido en grandes pastizales para ganado.

De hecho, el Chaco paraguayo es una de las zonas que mayor porcentaje de deforestación registra en la zona. En setiembre pasado los números indicaban que se depredaban unas 1.443 hectáreas por día. “Todos los trabajos que afecten a ese territorio, y peor de deforestación, afecta y encarcela cada vez más a los silvícolas que se refugian en los montes que quedan”, señaló preocupado Duarte.

Hasta el momento, no se ha comenzado a depredar pero temen que eso pueda comenzar a ocurrir en cualquier momento. “Ese grupo que algunos ponen en duda que existen, pero están equivocados, ese grupo está en peligro absoluto de ser aniquilado si los montes desaparecen de ese lugar”, puntualizó.

O podrían ser forzados a contactar con nuestra sociedad, lo que significaría no respetar su cultura, su autonomía, su forma de vida.

Varios miembros del grupo de los contactados han sufrido enfermedades que en algunos casos les llegó a costar la vida.

Duarte finalizó diciendo que el caso fue presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Existe un pedido de cautelar el territorio reclamado por los nativos.

La CIDH ya pidió al Estado paraguayo que remitiera los informes sobre la situación y se espera que en las próximas semanas se tenga un dictamen.

Mientras tanto, los Ayoreos Totobiegosode siguen luchando por sobrevivir y por el respeto de sus tierras, su vida, su autonomía y su cultura.

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