Entre la alegría y la emoción, como también la incertidumbre y el pesar de lo que acontece, se llevó a cabo el segundo show musical en el Auto Teatro Show de la Costanera de Asunción. Los requintistas Juan Cancio Barreto, Panchi Duarte, Roscer Díaz y Óscar Lezcano, actuaron por tres noches seguidas, el fin de semana último.
Cada uno se entregó a su instrumento sonando impecables, apoyados en una banda integrada por Samuel Mendoza (guitarra), Dani Pavetti (batería), Fabricio Soarez (percusión), Rosana Ovelar (guitarra), y Carlos Mendoza y Roberto Trinidad, quienes alternaron en el bajo.
El repertorio varió entre folklore paraguayo, regional y música del mundo, pasando desde una cumbia hasta el rock. Todos imprimieron a su toque la calidad que los caracteriza, en el marco de un acontecimiento completamente inusual, donde las bocinas o los juegos de luces se convirtieron en aplausos. Se hizo evidente también la sed de la gente de salir a bailar, de cantar y aplaudir. Es decir, de interactuar.
Obviamente, jamás creímos que padeceríamos una pandemia que nos obligara a buscar nuevas formas de hacer las cosas (o dejar de hacerlas).
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Pero no sé para quién es más distópica esta situación. Si para los artistas, que no tienen la oportunidad de tener una conexión fluida con el público porque tienen en frente filas de automóviles; o si lo es para el público, que tiene que estar adentro del rodado sin tener la experiencia de disfrutar desde más cerca. Aunque sí se puede salir pero debe ser del lado del conductor y manteniendo distancia.
No hay forma de subsanar la pérdida de cercanía, ese intercambio de energía entre artista y público. Mientras tanto tendremos esto, que ni por asomo puede llegar a ser la experiencia de un concierto “como antes”.
Quienes amamos los recitales en vivo vamos a tener que esperar (no sabemos cuánto tiempo) para volver a esa comunión humana, a ese ritual grupal. Porque no hay nada mejor que sentirse con la libertad de poder ubicarse a escuchar un concierto desde el lugar o la distancia que uno prefiera.
Pero sabemos que el problema va más allá. Esto tiene que ver con lo que ocurre en el mundo. Sabemos que es imperante que la gente entienda que por unos años tendremos que seguir cumpliendo con los ahora rituales de seguridad sanitaria.
Lo ideal sería barajar opciones para que los artistas ya puedan salir a tocar, sea en recintos al aire libre o en teatros, bajo las medidas de seguridad estipuladas por el Ministerio de Salud, pero la gente debe acompañar con conciencia.
La realidad es que este sector fue cruelmente lastimado de forma económica, y mueve un equipo que va más allá que solo los músicos. Pero por ahora los autoconciertos o los shows virtuales son lo más cerca que podemos estar de esa felicidad que otorga la música.
Por eso es loable el esfuerzo privado por presentar estos suspiros de felicidad, porque como dijo Juan Cancio en un tramo del show: “Lastimosamente, ñande mbruvicha kuéra nandivera”, porque para ellos “la cultura es un furgón de cola”.
