“Amor sin barreras”

El primer musical en la carrera del legendario Steven Spielberg es una de las mejores películas del año.

"Amor sin barreras" está en cines de Paraguay.
"Amor sin barreras" está en cines de Paraguay.Niko Tavernise

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En 1961, Robert Wise estrenó su versión cinematográfica del entonces reciente mega éxito musical de Broadway West Side Story, una historia de “Romeo y Julieta” ambientada en el conflictivo “West Side” de Nueva York y con el trasfondo de una guerra de pandillas entre blancos e inmigrantes puertorriqueños.

La versión de Wise tomaba la exhuberante música del espectáculo teatra, creada por Stephen Sondheim y Leonard Bernstein, y la traducía en pantalla en una explosión de colores, grandísima escala - la introducción que comienza con asombrosas tomas aéreas de Nueva York y luego desemboca en una larga secuencia de baile y pelea es probablemente una de las secuencias más espectaculares de la historia del cine –, coreografía eléctrica y carisma en su elenco.

Exactamente sesenta años después, el incomparable Steven Spielberg vuelve a adaptar West Side Story, habiendo pasado toda su larga e ilustre carrera sin nunca hacer un musical, más allá de ocasionales escenas de ese estilo como la introducción de Indiana Jones y el Templo de la Perdición.

Y el resultado es excelente, como era de esperarse de un viejo maestro que adapta con total naturalidad su estilo de alto dinamismo visual y fuerte impacto emocional a un género que se nutre principalmente de esos dos factores.

La década es 1950 y el Nueva York más rico se está expandiendo hacia sus periferias más pobres, desplazando gradualmente a los habitantes más humildes de la ciudad en un fenómeno de colonización económica que ha pasado a ser llamado “gentrificación”.

En el barrio San Juan Hills, donde la diáspora puertorriqueña de Nueva York se ha asentado, dos pandillas luchan por el control de la zona: los Jets, descendientes de las familias blancas que vivían en la zona liderados por el abrasivo Riff (Mike Faist), y los Sharks, la banda puertorriqueña liderada por el boxeador Bernardo (David Alvarez), quien se considera un protector de los inmigrantes latinos del área.

Mientras los Jets y los Sharks se preparan para un enfrentamiento final que decida de una vez por todas quién controla el barrio, Tony (Ansel Elgort), exlíder de los Jets; y María (Rachel Zegler), hermana de Bernardo, inician un peligroso romance.

Si la película de Wise del ‘61 se siente como una traducción bastante literal del musical original, una obra de teatro expandida a proporciones cinematográficas, la versión de Spielberg se siente más como una adaptación en el sentido más específico de la palabra, una remezcla de la historia original que añade textura y profundidad al barrio y a sus coloridos habitantes, que hace de la historia detrás del romance un cuento más frontalmente político.

De nuevo con el apoyo del guionista Tony Kushner, con quien trabajó en las excelentes Munich y Lincoln, Spielberg presenta a los Jets y los Sharks como dos avatares del Sueño Americano que no parecen darse cuenta de que están en la misma cara de la moneda, el odio racial que los divide convertido en una venda sobre sus ojos que no les deja ver que las aplanadoras que ya están derrumbando edificios a su alrededor discriminan menos por color de piel y más por estatus social y poder económico.

Spielberg nunca dirigió un musical, pero sus películas siempre se caracterizaron por tener una energía cinética única, un trabajo de cámaras vivaz y expresivo que a menudo convertía escenas en el papel relativamente simples en elaborados bailes entre sus actores y su operador de cámara, por lo que a pesar de su falta de experiencia formal en el género, el legendario director llega más que preparado para la tarea.

La cámara de Spielberg y su director de fotografía de siempre, Janusz Kaminski, presenta a San Juan Hills en parte como ruinas derrumbándose ante los embates del “progreso” la introducción tiene momentos entre los escombros de edificios demolidos que recuerdan un poco a las aldeas francesas destruidas de Rescatando al soldado Ryan - y como el escenario de un cuento de hadas urbano; los callejones coronados por cuerdas con ropa colgada a secar asemejan lianas entre los árboles de un bosque, mientras un Tony perdidamente enamorado se para sobre un charco de agua que refleja las lámpara de alumbrado público como si fueran estrellas.

La nueva versión no tiene un momento individual tan sublime como la introducción de la película del ‘61, pero Spielberg toma los números musicales que en la primera película se sentían más como traducciones directas de sus versiones teatrales - números como “América” u “Oficial Krupke” - y los convierte en un asombroso desfile callejeros de color latino y coreografía infartante en el caso del primero, o una ingeniosa y humorística broma que expresa el resentimiento de una juventud abandonada, en el caso del segundo.

En un momento de especial ingenio de parte de Spielberg y Kushner, una canción en particular es movida en el orden para tener lugar después de un evento especialmente traumático, en vez de antes como en la versión original, y acaba convirtiéndose en una verdadera patada emocional al estómago.

Cada número está meticulosamente coreografiado y encuadrado para que la emoción del momento se traduzca en energía de movimiento y golpee tan fuerte con imagen como lo hace con letra.

El elenco es tan vibrante y carismático como la música que los rodea, destacándose entre ellos la debutante Rachel Zegler, que se establece como una superestrella instantánea con su poderosa actuación y prodigiosa voz como María. Ariana DeBose se roba la película en cada número musical o escena normal que tiene como Anita, el papel que la legendaria Rita Moreno inmortalizó en la película del ‘61; y la propia Moreno regresa a sus 90 al “West Side” en una conmovedora actuación como Valentina, la voz de la razón en medio de la guerra entre los Jets y los Sharks, y la voz de la conciencia en el hombro de Tony.

De hecho, el único eslabón débil del elenco es Elgort como Tony. Aunque el actor tiene sus momentos – su interpretación del himno romántico “María” es muy efectiva, como es su participación en “Cool”, que esta versión convierte en un “sparring” musical entre Tony y Riff –, por lo general Elgort es aplastado por la fuerza gravitacional de los supernovas de carisma que lo rodean en el elenco, y su personaje nunca termina de sentirse completo y tridimensional.

Pero aún con un protagonista relativamente débil, todo lo demás que compone Amor sin barreras tiene un nivel tan alto de calidad que uno no puede hacer más que recomendar lo nuevo de Steven Spielberg como una de las mejores películas del año.

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<b>AMOR SIN BARRERAS (West Side Story)</b>

Dirigida por Steven Spielberg

Escrita por Tony Kushner (basada en una obra teatral de Jerome Robbins, Leonard Bernstein, Stephen Sondheim y Arthur Laurents)

Producida por Steven Spielberg, Kristie Macosko Krieger y Kevin McCollum

Edición por Sarah Broshar y Michael Kahn

Dirección de fotografía por Janusz Kaminski

Banda sonora compuesta por Leonard Bernstein

Elenco: Ansel Elgort, Rachel Zegler, Ariana DeBose, David Alvarez, Mike Faist, Rita Moreno, Brian d’Arcy James, Corey Stoll, Josh Andrés Rivera, Iris Menas, Mike Iveson, Jamila Velázquez

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