“No mires arriba”

La nueva comedia negra de Adam McKay tiene un mensaje vitalmente importante que comunica de la forma más insufrible y condescendiente imaginable.

Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence en "No miren arriba", disponible en Netflix.
Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence en "No miren arriba", disponible en Netflix.Netflix

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(Disponible en Netflix)

El cineasta Adam McKay presenta una película en la que hace una crítica general de la ineptitud y negligencia criminal de la política ante la crisis del cambio climático, interpretando la lenta muerte de la Tierra a manos de la contaminación y el capitalismo descontrolado como un cometa en curso de colisión con el planeta.

A través de esa premisa McKay tira dardos a la cultura obsesionada con celebridades, el cinismo con que se manejan los medios de comunicación, la administración Trump y un montón de otros temas dignos de crítica y ridiculización, pero lo hace sobreestimando su propia inteligencia y subestimando la del público, resultando en un sermón de dos horas que anula la validez de sus reclamos con una actitud insoportablemente condescendiente.

La historia comienza cuando Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), una estudiante universitaria, descubre un nuevo cometa en el espacio y su profesor, Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) deduce que el cuerpo celeste está en curso de choque con la Tierra, que su tamaño es suficiente para destruir el planeta, y que llegará en más o menos seis meses.

Acompañados por un alto funcionario de la NASA, Kate y Mindy comienzan una frustrante odisea para intentar de hacer llegar la noticia al mundo y convencer a la inepta y corrupta presidenta Janie Orlean (Meryl Streep, encabezando una intermitentemente ingeniosa pero generalmente irritante parodia de la administración de Donald Trump) de hacer algo para salvar al planeta.

Las flaquezas de No mires arriba ponen en relieve las fortalezas de la primera película de comedia negra socio-política de McKay, La gran apuesta, que era un rayo láser de furia teledirigida a un evento muy específico - la codicia desmedida y la corrupción burocrática que llevaron a la crisis económica de Estados Unidos en 2008 – y una película que tenía una actitud mucho menos pretenciosa sobre su propia omnisciencia. Además las actuaciones simplemente eran mejores.

No mires arriba, mientras tanto, se tira contra: la ineptitud, corrupción y nepotismo de la presidencia Trump, la influencia desmedida de las corporaciones sobre las decisiones de Estado, la política basada en rédito electoral en vez de servicio al pueblo, la obsesión del público con las celebridades y “memeficación” de la cultura, la forma en que los medios de comunicación se guían por clicks y “engagement” en redes sociales por sobre la relevancia real de las noticias, y un montón de otros tópicos actuales que la película actúa como si fueran asombrosas revelaciones en vez de temas que un montón de películas mejores tocaron con mucha más elegancia e ingenio, y temas que son evidentes para cualquier persona que mire las noticias de vez en cuando.

No mires arriba es Borat con cien veces más presupuesto y cien veces menos ingenio.

En su afán de deslumbrar al público con sus asombrosas observaciones, McKay se desentiene de cualquier intento de hacer que su película tenga algún tipo de lógica interna.

Por ejemplo, Orlean inicialmente decide ignorar la amenaza del cometa y no hacerla pública porque tiene miedo de que afecte las chances de su partido en las inminentes elecciones legislativas, a pesar de que tradicionalmente momentos de crisis suelen aumentar la popularidad de presidentes en Estados Unidos – Bush después del 11 de septiembre, por ejemplo – y Orlean anuncia la llegada del cometa poco después para distraer de un escándalo sexual.

Y resulta difícil creer que incluso los medios de comunicación más mercenarios prefieran transmitir los dramas de pareja de Ariana Grande en vez del descubrimiento de un asteroide mataplanetas en camino a la Tierra. Uno imaginaría que el asteroide daría una buena cantidad de clicks y reacciones en Facebook.

Como comedia, No mires arriba también es sorprendentemente flácida teniendo en cuenta la trayectoria de McKay, que tiene en su prontuario películas hilarantes y memorables como Talladega Nights, Anchorman y Policías de repuesto. Los chistes parecen haber sido escritos por un algoritmo basado en cinco años de hashtags de Twitter.

Por momentos se pueden vestigios de ese genio cómico de McKay que parece haber sido ahogado por el delirio de grandeza que esas nominaciones a los Óscar de La gran apuesta parecen haberle impregnado. Pequeños momentos y chistes recurrentes como la forma en que Kate siempre acaba esposada en un auto del FBI con una capucha sobre la cabeza cada vez que explota de frustración y suelta la verdad sobre el cometa en público, o su obsesión con un general que le cobró dinero por una bebida gratuita en la Casa Blanca.

Jennifer Lawrence es, de hecho, fácilmente lo mejor de la película, la única que parece entender que están haciendo una película de comedia en vez de un sketch prolongado de Saturday Night Live, y se acuerda de ser cómica en su actuación. Aparte de ella y Rob Morgan como el directivo de la NASA que ayuda a Kate y Mindy, el único otro miembro del elenco que sale verdaderamente bien parado es Timothée Chalamet, como un personaje que al principio parece un chiste más pero que acaba siendo el conducto para algunas de las poquísimas escenas de sinceridad emocional de toda la película.

El gran Ron Perlman también tiene un par de buenas escenas como un estereotipo militar.

DiCaprio, mientras tanto, exagera su actuación como un manojo de nervios hasta el punto de volverse por momentos intolerable, y Mark Rylance, por lo general un gran actor, es absolutamente insoportable con su incomprensible interpretación de un magnate tecnológico a lo Steve Jobs pero que suena como un Mickey Mouse que acaba de tomarse un fuerte sedante.

El resto del impresionante elenco parece estar en piloto automático, haciendo lo normalmente hacen sin mucha innovación. Ni malos ni buenos, simplemente existiendo.

No mires ariba es una película que dice verdades importantísimas, pero lo hace con un tono que hace que uno solo quiera cerrarle la boca.

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NO MIRES ARRIBA (Don’t Look Up)

Dirigida por Adam McKay

Escrita por Adam McKay

Producida por Adam McKay y Kevin Messick

Edición por Hank Corwin

Dirección de fotografía por Linus Sandgren

Banda sonora compuesta por Nicholas Britell

Elenco: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Rob Morgan, Meryl Streep, Jonah Hill, Mark Rylance, Cate Blanchett, Timothée Chalamet, Tyler Perry, Melanie Lynskey, Ron Perlman, Ariana Grande, Himesh Patel, Scott Mescudi, Michael Chiklis

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