(Disponible en Netflix)
Elige o muere es una sopa primordial de ideas decentes y potencialmente interesantes, con el aderezo de algunas secuencias de terror realmente creativas y bien armadas, pero nunca termina de hilar todos esos buenos elementos y convertirse en una película de horror que supere la mediocridad.
La historia sigue a Kayla (Iola Evans), una joven de escasos recursos con sueños de convertise en programadora informática, que se gana la vida como limpiadora y refaccionando tecnología para su amigo Isaac (Asa Butterfield), mientras intenta ayudar a su madre, que se ha vuelto adicta a las drogas luego de una tragedia familiar.
Kayla y Isaac descubren un viejo videojuego que incluye un concurso con un premio monetario, pero al comenzar a jugar Kayla descubre que el juego parece albergar una presencia maligna y sádica, capaz de alterar la mismísima realidad para atormentar a sus jugadores.
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Un juego maldito

La premisa de un juego de aventuras en texto – básicamente el eslabón intermedio entre los juegos de rol de lápiz y papel como Dungeons & Dragons y los videojuegos de rol como la serie Ultima y sus herederos japoneses como Final Fantasy o Dragon Quest – poseído por algún ente maligno que tuerce la realidad es interesante, y de hecho el director Toby Meakins logra sacarle un par de interesantes secuencias de buen terror, mostrando creatividad y talento para lo macabro.
Una secuencia en la que Kayla debe guiar a otra persona por teléfono, básicamente “controlándola” como un personaje de videojuego, es fácilmente la secuencia más tensa de la película y la que mejor integra el concepto de terror basado en videojuegos, y el final de la película consiste en una pelea con un giro simple pero muy creativo.
Lastimosamente esos momentos de calidad y creatividad, al igual que la sólida actuación de Iola Evans como Kayla, son pasajes efímeros en lo que por lo general es una película inconsistente en su capacidad de asustar o emocionar, y frustrantemente incoherente en su argumento y temas.

“CURS>R”, el juego maldito de la película, con sus calaveras pixeladas y soundtrack retro tenebroso, causa más risa que miedo la mayor parte del tiempo, como si hubiera salido de algún “creepypasta” de un foro de internet de mediados de la década del 2000, escrito por algún adolescente demasiado empeñado en crear algo “perturbador” sin el autocontrol necesario para entender que a veces menos es más, en especial en lo que respecta a historias de terror.
Y la película parece querer hacer comentarios sobre la obsesión excesiva de la cultura popular actual con la década de 1980, pero sus tímidas críticas a la gente “que nunca salió de los ‘80″ se sienten algo huecas cuando una de las primeras cosas que pone en pantalla es un gigantesco póster de Pesadilla en Elm Street - serie de la que saca más de una idea explícita - e incluso trae a Robert Englund, el mismísimo Freddy Krueger, para hacer un cameo de voz como sí mismo, sin siquiera molestarse en justificarlo dentro de la historia.
Elige o muere es frustrante porque Meakins y su equipo claramente tienen ideas interesantes y talento para ejecutarlas, pero la película se siente como un borrador incompleto de lo que podría ser.
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ELIGE O MUERE (Choose or Die)
Dirigida por Toby Meakins
Escrita por Simon Allen
Producida por Sébastien Raybaud, Matthew James Wilkinson y John Zois
Edición por Tommy Boulding y Mark Towns
Dirección de fotografía por Catherine Derry
Banda sonora compuesta por Liam Howlett
Elenco: Iola Evans, Asa Butterfield, Eddie Marsan, Angela Griffin, Ryan Gage, Joe Bolland, Kate Fleetwood, Pete Machale, Robert Englund
