Aprender a vivir

La psicóloga uruguaya Martha Flores presentó en Asunción su libro “¿Quién te enseña a vivir?”. Además, dictó talleres sobre la felicidad. “Tuvimos con la gente encuentros muy intensos, porque nunca es fácil hablar de nuestras sombras”, dice la profesional.

Libro presentado por la psicóloga en Paraguay.
Libro presentado por la psicóloga en Paraguay.

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Martha Flores es psicóloga y coach, trabajó muchos años en instituciones privadas, y se formó como pedagoga en juegos de empresa y en capacitación en general. Tiene un posgrado en Relaciones Humanas. Nació en Uruguay, “pero fui hecha en Paraguay”, detalla con orgullo. Vive en Montevideo, al igual que sus padres y hermanos. Es hija del doctor Andrés Flores Colombino, médico y psiquiatra formado en Uruguay.

–¿Quién nos enseña a vivir?

–Esa es la pregunta, y mi libro te plantea el objetivo final que sería cómo alcanzar la felicidad. Yo planteo una especie de ADN de virtudes, una propuesta de codificación donde uno a través de tres procesos: siembra, transforma y cosecha, va adquiriendo autoconocimiento, sabiendo sus debilidades y fortalezas, aprendiendo tanto de las virtudes como no virtudes, porque también aprendemos por el lado negativo.

–Proponés un juego de cartas

–Sí (las despliega para explicar), éstas son las sombras y éstos los aspectos luminosos de los tres procesos que te mencioné. Vas haciendo preguntas y a cada carta positiva le corresponde una negativa. De esa combinación, obtenés un antídoto. Así vas conectando preguntas y respuestas. Le pregunto yo a la gente si quiere jugar a ver su vida de valores.

–Lo que queremos saber al instante es por qué nos va como nos va (mal, complicado)

–Se quiere saber, por ejemplo, por qué se tiene una pésima relación con la pareja, pero no se ve desde los valores, que te dicen claramente cuál es tu dificultad.

–¿Esto se juega solo o con otras personas?

–Es como un ludo, trae un dado y fichas. Es ideal para jugar en casa, para la familia, para las mamás. Este juego lo que hace es permitirte conectar con la verdadera fuente o esencia de lo que te está pasando. Los terapeutas lo que hacemos es generar una propuesta que tiene que ver con tu memoria celular, tu genética, con lo que heredaste de tus ancestros. Y para el que lo hace, es explorar una forma creativa de solución.

–¿Es más efectivo jugar que hablar en terapia?

–La vida es un juego que no sabemos jugar. Claro que hablar sirve, en terapia no se hace cualquier pregunta, para eso estudiamos, aplicamos técnicas. Pero este juego en casa es para reforzar los valores, que son 33, podés hacer uno por día, aprender en 33 días. Y se juega con palabras porque las palabras son conceptos. Mucha gente tiene una vida complicada, no define bien lo que le pasa porque no maneja el concepto; podés decir que tenés depresión, pero en realidad es desesperanza.

–¿Cómo es eso de la memoria genética?

–Hablo de genética y hablo de ADN, célula, está asociado a nuestra memoria. Hay memorias celulares. A veces uno anhela algo, pero no logra hacerlo, y esto tiene que ver con no violar las reglas de la familia, mantenemos una lealtad familiar. Nosotros somos el sueño de nuestros ancestros. Muchas mujeres de nuestra familia soñaron con separarse o con ser profesionales, pero no pudieron realizarlo. Una mujer de la misma familia puede cumplir esto, realizarse y desarrollarse; sin embargo, no tener orden en su pareja o que no le interese tanto. La familia continúa conectada a través de las generaciones. Y, por supuesto, hay otros factores culturales, de países, etc.

–No cumplir lo que se desea, puede generar un gran sufrimiento

–Ahí es donde tenemos que aplicar la compasión. Ser crueles con nosotros mismos siempre nos va a llevar a estar estancados. Todo tiene que ver con los valores.

–Los valores también sufren cambios, ¿cómo los seleccionaste?

–Mucho estudio, café literario, sinónimos y antónimos, diccionario. Para mí ser sicóloga es ser educadora, enseñarle a la persona a superar su conflicto, a pensar, y se piensa con palabras. La lingüística es fundamental a nivel vocabulario para que la persona haga un cambio metafórico, simbólico en su cabeza, a nivel neurológico. Hallar la palabra que no encontrabas es clave. Las palabras tienen superpoderes.

–En la sociedad actual hay virtudes consideradas anticuadas

–Es que estamos en un mundo muy diferente y que va muy veloz. Hace 10 años era otro. Los niños vienen “nuevos”, nosotros estamos en una generación sin precedentes, en transición entre lo analógico y lo digital. No hay antecedentes de esto en la Tierra. Hoy vivimos un sistema de confort que era impensable, y en vez de tener más tiempo, tenemos menos. Esta es la humanidad hoy.

–Una humanidad en la que se disparan miedos, trastornos y enfermedades

–La enfermedad no puede ocultarse como antes, cuando la abuela no sufría depresión, sino que “era callada y le gustaba estar sola”. Hoy estar trancada en una relación de 13 años no es un pequeño problema, es grave y hay que hacer cambios de vida rápidos. Si te quedás mucho en el sufrimiento, te enfermás. Cualquier enfermedad psicológica o psiquiátrica te lleva a lo psicosomático, problemas de piel, caída del pelo, etc.

–Aún con la lealtad, la memoria celular, existe la decisión independiente e individual de cambiar nuestra vida...

–Por supuesto, la decisión es cambiar las tendencias que todos traemos.

“PARAGUAY ES SENCILLEZ Y ABUNDANCIA”

Martha visitó siempre Paraguay, país que respeta y ama por ser la cuna de sus padres y abuelos. “Cada vez que vengo, charlo con mis parientes y descubro cosas que no sabía de mí misma”, cuenta. Eligió Asunción para iniciar su gira denominada: Aprendiendo a vivir, que continuará en Perú, y en el próximo semestre, México y Colombia. “Más que nada me dedico a formar adultos, hago escuelita también en los hogares para que los padres sean buenos educadores de valores de sus niños”.

Martha estuvo en nuestro país lanzando su libro, talleres y juegos (ella misma los distribuye, ver en Facebook Lic Mar Flores o con Denisse Grosso 0972 687 828), la acompañaron su hija y su esposo. “Mis padres viven en Uruguay, la vida fue pasando y la familia creció, hoy por razones de edad, de salud y porque sus nietos están todos allá, abandonaron la eterna promesa -con la que crecimos- de retornar al Paraguay. Mi abuela murió en Montevideo a los 96 años añorando su país y su gente”. Siempre viví lo paraguayo, me crié en un ‘gueto, un mini-Paraguay’, comiendo chipa. Mi infancia es la farmacia de mi abuela en Asunción, el jardín de la casa de mi prima, el verde, el olor a guayaba. Soy de la búsqueda ancestral, la memoria celular y genética es muy importante para mí. Cuando vengo trato de contactar con todos los parientes que pueda, me encanta la muchedumbre, lo latino; en el Conosur la gente es más racional, vive más para adentro”. Actualmente Martha disfruta de idas y venidas, “los hijos de inmigrantes debemos vivir como hoy nos lo permite el mundo, de adultos somos ya de varios lados”. Para Martha, Asunción ha crecido y para bien. ¿No viste la basura?, preguntamos. “Bueno, pero eso se puede arreglar” contesta positiva. “Tengo mucha conexión con esta tierra, Paraguay despide simpleza y abundancia. Algo me decía que tenía que venir a presentar mi trabajo y me sentí muy cómoda. Es un honor haber venido”.

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