“Majestad, querido Felipe, con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada (...) te comunico mi meditada decisión de trasladarme en estos momentos fuera de España”, escribió el soberano emérito en una carta difundida por la Casa Real.
La transición y consolidación democráticas fueron un ejemplo para muchos países, entre ellos en Latinoamérica, y Juan Carlos I una figura admirada y respetada como estadista de talla internacional.
Debido a este gran papel realizado por el monarca, parte de la prensa y el poder político, centrados en la estabilidad institucional del país, no escudriñaban mucho en algunas “lagunas” de la vida privada del rey emérito, como asuntos extramatrimoniales o algunos regalos suntuosos de monarcas del Golfo Pérsico y, últimamente, una supuesta maniobra (está bajo investigación) para pagar menos impuestos, trasladando fondos a Suiza.
Finalmente, la cascada de revelaciones sobre su vida privada que comenzaron en 2012 con su ya famosa cacería de elefantes en Botsuana, y las noticias sobre su amistad íntima con Corinna Larsen acabaron forzando su abdicación en junio de 2014.
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Precisamente, tras lo de Botsuana, el 18 de abril de 2012, apareció en televisión con una disculpa histórica: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”.
