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MONTEVIDEO (AFP). Casi 24 millones de los 600 que viven en América Latina y el Caribe contrajeron el covid y 753.000 murieron.
“Lamentablemente, la terrible situación de Brasil también está afectando a los países vecinos”, afirmó Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien consideró “crucial” agudizar las medidas.
El organismo alertó de un repunte de casos de covid-19 en los estados venezolanos de Bolívar y Amazonas.
También, en el departamento de Pando, Bolivia, y en Loreto, en Perú; todos colindantes con el gigante sudamericano.
La cepa brasileña o P.1, una mutación del SARS-CoV-2, que según los científicos, es mucho más virulenta, está en el centro de esta nueva oleada.
La variante ya fue identificada en 15 países o territorios de las Américas.
El panorama es crítico en Brasil. El martes pasado, el país batió un nuevo récord al registrar 3.251 muertos en 24 horas.
Un día después traspasó la franja de los 300.000 fallecidos, mientras 12,2 de sus 210 millones de habitantes se ya se infectó.
La presión llevó al presidente Jair Bolsonaro, un opositor del confinamiento, a conformar el pasado miércoles un comité de crisis “para decidir el rumbo del combate” de la pandemia.
Pero la decisión llega cuando 25 de sus 27 estados reportan un 85% de ocupación de sus Unidades de Cuidados Intensivos (UTI) y se multiplican las denuncias de escasez de oxígeno y otros suministros médicos.
Sudamérica
Varios países, entre ellos Uruguay, Venezuela y Perú, atribuyeron oficialmente la fuerte escalada de contagios a la ferocidad de la cepa P.1. El ministro de Salud e Perú, Óscar Ugarte, dijo que un estudio basado en “un muestreo en todo Lima” mostró que a ella se debe el 40% de las infecciones.
En cuanto a Uruguay, hasta hace poco elogiado por mantener la epidemia a raya sin recurrir a la cuarentena, se encuentra ahora con “una situación compleja” que presiona su sistema de salud, admitió el presidente, Luis Lacalle Pou.
Sus nuevos casos de covid alcanzaron esta semana un máximo diario de 2.682, y la tasa de positividad se ubica en 17,89%, entre los picos más altos desde marzo de 2020.
Por su parte, Chile vive la agridulce experiencia de liderar la vacunación -junto a Israel- y al mismo tiempo sufrir un brutal repunte de la epidemia, que tocó un nuevo máximo al superar los 7.000 contagios diarios.
Con casi un millón de infectados y más de 22.000 muertos, el país austral decretó confinamiento obligatorio desde ayer para el 70% de su población. El fin de semana, cuando rige un toque de queda, esa medida encerrará al 90% de los chilenos.