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"Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres", dijo Francisco asomado a la plaza de San Pedro, después de su ausencia del año pasado por las restricciones debidas a la pandemia.
"Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles", deseó Francisco ante miles de personas congregadas en la plaza a pesar de la incesante lluvia.
También tuvo palabras para confortar "a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia" y "ofrecer esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de acoso y de abusos"
Como en los años anteriores, enumeró los dramas y conflictos del mundo como la guerra en Siria, los problemas en Medio Oriente, la crisis en Yemen y Birmania y la crisis económica en Líbano, entre otros.
"En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar", observó
Y lamentó que en estos momentos "también en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos".
El papa concluyó el discurso pidiendo que podamos "escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas".