"Mañana comienza la retirada organizada del contingente de pacificación de la OTSC. He hablado con los líderes de los países correspondientes", indicó durante su visita a Almaty, la ciudad más grande de Kazajistán y epicentro de las violentas protestas que sacudieron a la nación centroasiática la semana pasada.
Tokáyev ya adelantó el martes durante su discurso ante el Parlamento kazajo la retirada de los 2.030 soldados de la OTSC, liderada por Rusia y formada también por Armenia, Bielorrusia, Kirguistán y Tayikistán, además de Kazajistán, pero la propia alianza dijo el mismo día que no había recibido una notificación.
El mandatario pidió ayuda a la OTSC el pasado día 5, tres días después de que estallaran las protestas en Kazajistán, inicialmente por la duplicación del precio del gas licuado, utilizado en el país como una alternativa barata a la gasolina.
Las manifestaciones, alentadas por el descontento ciudadano con las élites económicas y políticas y la corrupción, devinieron rápidamente en disturbios y fueron reprimidas por las fuerzas kazajas en una operación "antiterrorista".
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Las protestas han dejado un balance hasta el momento de al menos 164 muertos, cerca de mil heridos y casi 10.000 detenidos.
Tokayev, quien el martes dijo que sin la ayuda de la OTSC el Gobierno podría haber perdido por completo el control sobre Almaty, también la capital, Nursultán, y toda la nación, alegó hoy que la presencia misma del contingente de paz de la alianza en Kazajistán "desempeñó un papel muy importante para estabilizar la situación en nuestro país".
"Por supuesto, esto fue de gran importancia psicológica para repeler la agresión de terroristas y bandidos", añadió el presidente kazajo, quien intenta justificar la represión y la presencia de tropas de la OTSC por la "amenaza terrorista", ya que asegura que los manifestantes son "terroristas internacionales", aunque no ha presentado pruebas.
"La misión se evalúa como muy exitosa", añadió Tokáyev, quien dio durante las protestas violentas la orden de "disparar a matar" para sofocar los disturbios y ha recibido críticas de EEUU, la Unión Europea (UE) y de organizaciones de derechos humanos por su manera de manejar la crisis.
En cambio, recibió el apoyo de China y de la Organización de Estados Túrquicos, una agrupación de cuatro países centroasiáticos y Turquía.
