La Asamblea de la República, con 230 diputados, tendrá en esta legislatura representación de ocho partidos -dos menos que en la anterior- y estará presidida por Augusto Santos Silva, exministro de Asuntos Exteriores.
El nombramiento de Santos Silva fue apoyado por 156 de los 230 diputados de la Asamblea, de mayoría socialista.
Los socialistas pasan de 108 a 120 escaños; el Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha) pierde dos y se queda con 77; Chega (ultraderecha) salta de uno a 12 e Iniciativa Liberal (derecha) sube también de uno a 8.
El Partido Comunista cae a la mitad y tendrá 6 asientos, el Bloque de Izquierda se reduce a 5 -frente a los 19 de la anterior legislatura-, el animalista PAN pasa de cuatro a uno y Livre mantiene a un representante.
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Santos Silva prometió una presidencia "imparcial" y "contenida" en su primera intervención tras asumir el cargo, y avisó: "El discurso que aquí no tendrá lugar es el discurso del odio, que insulta al que es diferente y que discrimina, sea cual sea el motivo de la discriminación".
El nuevo presidente dejó además una crítica a los nacionalistas, que "odian las patrias de los demás, quieren cerrar la suya, prometen ostracismo", y consideró que "el buen requisito para ser patriota es no ser nacionalista", palabras aplaudidas por todos los grupos parlamentarios a excepción de Chega.
El líder del partido ultraderechista, André Ventura, le respondió asegurando que Chega "ama a su patria" y defendió su "nacionalismo positivo".
Poco más de un tercio del hemiciclo está ocupado por mujeres, un 2 % menos que en la pasada legislatura, y hay ocho diputados menores de 30 años.
La constitución del Legislativo se retrasó porque el Tribunal Constitucional ordenó repetir los comicios en el círculo electoral de Europa debido a la confusión entre votos válidos y nulos.
La asunción del Parlamento será seguida, mañana miércoles, de la toma de posesión del nuevo Gobierno del socialista António Costa.
Costa se impuso con mayoría absoluta en las elecciones del pasado 30 de enero, adelantadas a mitad de la legislatura tras el rechazo al Presupuesto del Estado.
El fracaso puso en evidencia la soledad de Costa, que ganó en 2019 por mayoría simple y optó por gobernar sin pactos tras la ruptura de la alianza de izquierdas con el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda que le llevó al poder en 2015.
António Costa decidió adelantar las elecciones para atajar una crisis política que podría haber salpicado a la gestión de los millonarios fondos europeos de recuperación postpandemia.
