El IICA explicó que Jiménez ganó el premio tras años de trabajo, ya que ella empezó a cultivar la cañahua cuando el producto solamente era utilizado para autoconsumo en Bolivia, pero hoy es producida por más de 1.500 familias que la comercializan.
Este cultivo ancestral es clave para las autoridades en la seguridad alimentaria de la región, aseveró el IICA.
El galardón denominado "Alma de la Ruralidad", es parte de una iniciativa del IICA para reconocer a personas que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, región clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Jiménez es una mujer quechua que se propuso rescatar un grano de alto valor nutritivo cuyo cultivo fue desarrollado por los pueblos indígenas en tiempos prehispánicos pero luego fue desplazado por alimentos introducidos en Bolivia.
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"Quiero que la cañahua se posicione en la canasta familiar de los bolivianos, porque es un súper alimento, pero muchos no lo saben (...) Hice un diagnóstico de todas la fortalezas y debilidades que tenía el cultivo. Nos pusimos objetivos a diez años y durante los primeros cinco años solo invertimos y fuimos construyendo una granja paso a paso", afirmó la boliviana en un comunicado del IICA.
Según el instituto, ese fue el comienzo de un largo camino que la llevó a ser considerada hoy la mayor promotora y productora en el país de cañahua, un grano andino de extraordinarias propiedades nutritivas que es cultivado de manera orgánica con el saber ancestral de los pueblos indígenas.
El trabajo que se realiza en la granja Samiri logró identificar cuatro variedades de cañahua de las cuales ya se han registrado dos y están liberadas para la comercialización.
Como parte de la producción también se ha conseguido mejorar los rendimientos, ya que se obtenían entre siete y ocho quintales por hectárea y actualmente, gracias a la combinación de conocimiento ancestral y científico, se llega hasta a 22.
La cañahua se comercializa en presentaciones de pito (harina con azúcar y especies), harina, pipocas (palomitas), barras energéticas, api (bebida caliente), sopas instantáneas y galletas.
"Granja Samiri es la suma de muchas organizaciones que nos han apoyado. Hemos tenido que superar muchos obstáculos. Entendimos que teníamos que desarrollar productos de acuerdo al gusto del consumidor final y también supimos que debíamos hacerlo con un uso sostenible de los suelos, por lo que producimos tres años y luego el suelo descansa", manifestó la productora boliviana.
Jiménez es una de las impulsoras de la Red Nacional de Saberes y Conocimientos en Cañahua, organización que busca darle visibilidad a este cultivo, dada su importancia para la seguridad alimentaria y sus cualidades resilientes al cambio climático.
