"Las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) hacen saber al público que la retirada anunciada con pompa por los terroristas del M23 apoyados por las Fuerzas de Defensa de Ruanda (Ejército nacional) es un engaño", dijo en un comunicado difundido a última hora de ayer el general de brigada Sylvain Ekenge Bomusa, portavoz de las FARDC.
Asimismo, el Ejército describió el anuncio de los rebeldes como "una simple operación publicitaria para distraer a los congoleños y a la comunidad internacional".
El M23 anunció este viernes en una rueda de prensa su retirada de Kibumba tras la celebración a mediados de diciembre de una reunión inédita entre el grupo y las FARDC, con la presencia de representantes de los equipos de mediación de la Unión Africana (UA) y de la Comunidad del Este de África (EAC).
Tras el anuncio, los insurgentes entregaron en una ceremonia el control de esta zona a la nueva fuerza militar regional de la EAC (EACRF), desplegada en el este de la RDC.
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"A pesar de los ataques contra nuestras posiciones y las matanzas de nuestra gente (congoleños de origen ruandés o que hablan kiñaruanda) por parte del Gobierno de la RDC y sus grupos aliados, el M23 brinda su apoyo a los esfuerzos regionales por la paz", señaló entonces el portavoz del ala política de la milicia, Lawrence Kanyuka.
Sin embargo, según el general Ekenge Bomusa, "todas las unidades retiradas de Kibumba, en vez de volver a sus posiciones iniciales (...) tomaron otra dirección para reforzar sus posiciones de Tongo, Kishishe y Bambu, con la intención manifiesta de ocupar el territorio de Masisi", en la provincia nororiental de Kivu del Norte.
Esto se produjo un mes después de la celebración en Angola de una minicumbre en la que el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, y el ministro ruandés de Asuntos Exteriores, Vincent Viruta -en representación de su presidente, Paul Kagame-, exigieron un cese de las hostilidades del M23 y su retirada.
Sin embargo, el portavoz militar del grupo, Willy Ngoma, dijo a principios de este mes que los rebeldes solo se retirarán si el Gobierno congoleño mantiene conversaciones de paz con ellos, algo que las autoridades del país han rechazado hasta el momento.
La reactivación del grupo tras años de pausa el pasado mes de marzo ha forzado el desplazamiento de más de medio millón de personas, según los últimos datos de las Naciones Unidas.
Desde entonces, los insurgentes han ocupado grandes áreas y localidades estratégicas en Kivu del Norte.
Además, el conflicto ha desatado una crisis diplomática porque Kinshasa acusa a Ruanda de apoyar al M23, un extremo que Kigali siempre ha negado, aunque al menos dos informes de expertos de la ONU a los que EFE tuvo acceso han confirmado esa cooperación.
Por su parte, Ruanda y el M23, acusan al Ejército congoleño de aliarse con los rebeldes de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses exiliados en la RDC para recuperar el poder político en su país de origen.
La ONU también confirmó esa colaboración.
El M23 se creó en 2012 como una escisión del extinto Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), un grupo de rebeldes en su mayoría de origen ruandés que luchó contra las FDLR en suelo congoleño y se integró en el Ejército de la RDC después del acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009, que da nombre al grupo.
En 2012, los rebeldes desertaron del Ejército para exigir renegociar ese pacto de paz a fin de mejorar sus condiciones.
El este de la RDC lleva más de dos décadas sumido en un conflicto avivado por milicias rebeldes y el Ejército, pese a la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).
