Las protestas contra los abusos de estos milicianos, que estallaron esta semana en la ciudad noroeste de Zawiya, y el aumento de la actividad de mercenarios vinculados al mariscal Jalifa Haftar, hombre fuerte del este, incrementaron la necesidad de avanzar en el plan de acción aprobado por el comité con el auspicio de la ONU.
La subsecretaria de Estado de EEUU para Oriente Medio, Barbara Leaf, reclamó esta semana a Haftar "evitar que actores externos, incluido el Grupo Wagner respaldado por el Kremlin" desestabilicen aún más a Libia o a sus vecinos, especialmente Sudán.
Se calcula que al menos 20.000 milicianos, que apoyaron a uno u otro bando en más de una década de conflicto, permanecen en el país, sobre todo reclutados por Turquía, el grupo ruso paramilitar Wagner y las milicias Yanyauid (Janjaweed) de Sudán.
Haftar ha sido acusado de enviar a Sudán armamento en apoyo a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) -que nacieron de las Yanyauid- lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, que desde mediados de este mes de abril se enfrentan con el Ejército sudanés, del general Abdelfatah al Burhan.
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Además, este mes se denunció un aumento de la actividad del grupo Wagner en las bases aéreas de Haftar, concretamente en Khadim, cerca de Bengasi, y en Jufra, en el centro de Libia.
El comité 5+5 alcanzó este año un compromiso de expulsión de combatientes a partir del plan de acción de 2021, ligado al acuerdo de alto el fuego libio de 2020, con el auspicio de la ONU y en coordinación con los países limítrofes.