Además de Lula, participaron en la liturgia la primera dama Rosângela Lula da Silva, el vicepresidente Geraldo Alckmin y el cardenal Raymundo Damasceno, arzobispo emérito de Aparecida, según imágenes divulgadas por el Gobierno brasileño.
La iniciativa partió del propio Lula y de su esposa por "el inmenso cariño, respeto y admiración" que tienen por Francisco y "su misión de vida", según señaló la Presidencia brasileña en una nota.
Raymundo Damasceno afirmó en la misa que el pueblo brasileño y la Iglesia católica están unidos en oración, así como "muchas otras religiones y líderes religiosos", por la pronta recuperación del papa.
"Pedimos a Dios que el papa Francisco pueda volver a sus actividades cotidianas, normales, por el bien de la Iglesia y del mundo", señaló.
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El sumo pontífice argentino, de 88 años, fue hospitalizado el pasado 14 de febrero por una bronquitis con infección polimicrobiana a la que se sumó una neumonía bilateral.
La pasada noche, la decimotercera, fue tranquila y por la mañana desayunó con normalidad sentado en un sillón, tras experimentar una leve mejoría, según la Santa Sede.
Su pronóstico sigue siendo "reservado", es decir, que sus médicos prefieren no desvelar o pronosticar su evolución, pero por primera vez desde el 22 de febrero en el parte médico no se mencionó que su estado era "crítico".
Desde que volvió al poder, el 1 de enero de 2023, Lula se ha visto al menos dos veces con el papa: en la cumbre del G7 del pasado junio en la región de Apulia (Italia) y en el Vaticano, a mediados de 2023.
Ambos han mostrado una excelente sintonía en sus encuentros, pues comparten las mismas preocupaciones sociales, como el crecimiento de las desigualdades en el mundo.
