"Sabemos que Kamchatka es una zona de elevada peligrosidad sísmica, por lo que no se puede descartar que haya otro terremoto en los próximos días", ha explicado José Benito Bravo Monge, jefe de área del IGN.
"Es algo que entra dentro de las posibilidades, y de hecho es habitual que tras un gran seísmo como el de anoche se registren múltiples réplicas", ha añadido el experto.
Bravo ha explicado que existe un patrón matemático, de base empírica, que ayuda a estimar la frecuencia de las réplicas: "Por cada terremoto de una determinada magnitud, pueden esperarse aproximadamente diez de una magnitud menor, cien de dos magnitudes menores, y así sucesivamente".
Este patrón no permite predecir cuándo ocurrirán ni su ubicación exacta, pero sí da una idea del comportamiento típico tras eventos sísmicos de gran magnitud, ha aclarado Bravo.
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"Lo que sí sabemos con certeza —ha añadido Bravo— es que la diferencia de energía entre un terremoto de magnitud 8 y uno de magnitud 7 es enorme. Por eso, aunque las réplicas sean más pequeñas, pueden seguir siendo peligrosas, especialmente si afectan a zonas ya debilitadas por el seísmo principal".
El experto también ha precisado que la región donde ha tenido lugar el terremoto forma parte del conocido "Cinturón de Fuego del Pacífico", una de las zonas más activas del mundo en cuanto a actividad sísmica y volcánica con terremotos son frecuentes, aunque generalmente de magnitud menor.
Cómo se transforma una ola en una pared de agua
El especialista ha destacado cómo se comportan estas olas en mar abierto y al llegar a la costa. "En el océano profundo, las olas del tsunami apenas se perciben. Pueden tener solo unos centímetros y pasar desapercibidas incluso para los barcos. Pero cuando se aproximan a la costa, la profundidad del mar disminuye y la velocidad de las olas se reduce".
Ese frenazo provoca que unas olas alcancen a otras, acumulándose como si fuera un atasco en cadena. "Se van montando unas sobre otras y ganan altura. Lo que era una ola casi invisible en alta mar puede transformarse en una pared de agua de varios metros al tocar tierra. Eso es lo que provoca la destrucción", ha detallado Bravo.
En este contexto, ha incidido en que la peligrosidad de un tsunami no depende solo de su magnitud, sino también del lugar donde impacta porque el riesgo real está determinado por si alcanza zonas habitadas o infraestructuras. Si ocurre en una costa despoblada, el impacto puede ser menor.
Colaboración internacional y sistemas de alerta
Desde el IGN se colabora activamente con organismos internacionales para compartir datos y mejorar la localización y análisis de los eventos sísmicos, ha señalado el experto quien ha asegurado que "cuantas más datos tengamos y más redes sísmicas estén implicadas, más precisión tendremos a la hora de determinar dónde y cómo se ha producido el terremoto".
En cuanto a la preparación ante este tipo de fenómenos, el experto ha recalcado la importancia de los sistemas de alerta temprana, especialmente en el caso de tsunamis. "Aunque no podemos predecir un terremoto, sí podemos anticipar algunas de sus consecuencias más peligrosas. Por eso es fundamental contar con buenas infraestructuras, construcciones resistentes y sistemas de aviso eficaces", ha subrayado.
