"Serbia y China son amigos de acero. Consideramos que China es un socio sincero y confiable", señaló Vucic hoy en su cuenta en la red social Instagram.
El mandatario serbio, uno de los pocos líderes europeos que acudió esta semana al gran desfile chino con motivo del 80 aniversario del final de la II Guerra Mundial en el Pacífico, hizo especial hincapié en un mayor desarrollo de las relaciones económicas entre los dos países y pidió por ello más inversiones chinas en Serbia.
La Unión Europea (UE) fue el año pasado el mayor inversor extranjero en el país balcánico, con un 39,6 % del total, por delante de China, con el 31,3 %, según datos del Banco Central de Serbia.
"Os agradezco por las inversiones que habéis traído a Serbia, y mi gran ruego es que también en el futuro nos ayudéis con nuevas inversiones", subrayó Vucic.
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Según datos oficiales de marzo pasado, el intercambio comercial entre Serbia y China se multiplicó en la última década por cinco hasta un volumen de 7.500 millones de euros.
Unas 1.800 compañías chinas emplean en Serbia a unas 27.000 personas, empleadas sobre todo en sectores considerados de baja calidad o problemáticos desde el punto de vista ambiental y social, como la siderurgia, minería pero también las infraestructuras.
Esas obras incluían la reconstrucción de la estación ferroviaria de Novi Sad, donde sólo cuatro meses tras su conclusión, el pasado 1 de noviembre, colapsó una marquesina, que causó la muerte a 16 personas, lo que desencadenó una ola de protestas contra la corrupción en el régimen de Vucic.
Mientras en Serbia se construyen grandes infraestructuras con ayuda de créditos chinos, los críticos advierten del excesivo endeudamiento en China.
La oposición serbia asegura que las compañías chinas operan en Serbia en base a contratos secretos, que facilitan la corrupción y violaciones de las reglas ecológicas y de los derechos laborales.
