Un magistrado de la isla de Gran Canaria tomó esa decisión tras escuchar este viernes no solo a los detenidos por la Policía -16 senegaleses y un gambiano-, sino también a cuatro supervivientes de la embarcación (cayuco) que, como testigos protegidos, proporcionaron un relato "durísimo", que describe episodios de violencia extrema, con palizas y varias personas arrojadas vivas por la borda, indicaron a EFE fuentes judiciales.
Los detenidos se enfrentan a la acusación habitual de delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros (favorecer la inmigración irregular como patrones del cayuco), con el añadido en este caso de delitos de lesiones y contra la vida.
Las fuentes precisaron que esta calificación genérica probablemente se transforme en cargos por homicidio o asesinato (con alevosía) conforme avance la investigación y se escuche a más supervivientes.
La cifra de víctimas aún no está cerrada, pero puede aproximarse a las 70 muertes, ya que los testigos aseguran que la embarcación partió hacia Canarias con "más de 300" ocupantes y algunos hablan de 320 personas.
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Si esta última cifra se confirma, convertiría a ese cayuco en el mayor hasta la fecha en cruzar el Atlántico desde la costa africana hasta las Islas Canarias, en la conocida como la Ruta Canaria, después de que en 2023 llegara uno a la isla de El Hierro con 320 personas.
Es una embarcación de dimensiones enormes que partió con ocupantes procedentes en su mayoría de Gambia y de Senegal once días antes de ser encontrado a la deriva por un buque mercante al oeste de Dajla (Sahara Occidental), a más de 400 kilómetros al sur de Canarias.
Antes de poner rumbo a España, estuvo varios días fondeado lejos de la costa, mientras iban llegando en cayucos menores las personas que iban a formar parte de la expedición, cuyo número ya provocó algunos roces en salida, por lo hacinados que iban todos.
En un momento no determinado de la travesía, el motor de la embarcación se rompió, lo que desató la tragedia, primero en forma de muertes por sed con el paso de los días, pero sobre todo cuando algunos de los migrantes fueron acusados de ser brujos que habían provocado la mala suerte. Esos desafortunados fueron maniatados, apaleados y arrojados vivos al mar.
No es la primera vez que esto ocurre en la Ruta Canaria, pero en este caso la violencia creció con los días, conforme se iban agotando el agua y los víveres y los patrones trataban de imponer su ley, armados con palos y cuchillos, según relataron los testigos protegidos.
La investigación no ha concretado el número de muertes, pero los testimonios disponibles describen tanto muertes por deshidratación como personas arrojadas vivas al mar.
