Qué puede haber detrás del rascado
El prurito crónico sin pulgas visibles es frecuente en clínica veterinaria. Según especialistas de la American College of Veterinary Dermatology (ACVD), las causas más comunes incluyen dermatitis atópica (alergia ambiental), hipersensibilidad alimentaria, ácaros no pulguicidas, infecciones por bacterias u hongos, y alteraciones de la barrera cutánea.
La AVMA resume: “El prurito es un síntoma, no un diagnóstico; múltiples procesos pueden coexistir”.
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Alergias ambientales: polvo, pólenes y moho
La dermatitis atópica canina afecta a una proporción significativa de perros y se manifiesta con rascado, lamido de patas, frotado de cara y otitis recurrente.

Los desencadenantes típicos son ácaros del polvo, pólenes y esporas. No siempre hay lesiones al inicio; con el tiempo aparecen enrojecimiento, excoriaciones y piel engrosada. La ACVD señala que el manejo combina control ambiental, terapias antipruriginosas y, en casos seleccionados, inmunoterapia.
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Alergia alimentaria: menos común, pero subestimada
La hipersensibilidad a proteínas de la dieta (pollo, carne vacuna, lácteos, entre otras) puede causar picazón persistente, a veces sin diarrea ni vómitos.
El estándar diagnóstico recomendado por WSAVA es una dieta de eliminación estricta con proteína nueva o hidrolizada durante varias semanas, seguida de reexposición controlada.
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Parásitos “invisibles”: no todo son pulgas
Sarna sarcóptica y cheyletiella pueden pasar desapercibidas a simple vista y provocar prurito intenso.
Los raspados cutáneos o tratamientos de prueba guiados por el veterinario ayudan a confirmarlo. Los ácaros de las orejas generan rascado focal con sacudidas de cabeza y cerumen oscuro.
Infecciones secundarias que perpetúan el ciclo
Bacterias como Staphylococcus pseudintermedius y levaduras Malassezia proliferan cuando la piel está inflamada.
Ese sobrecrecimiento aumenta la picazón y puede requerir antibióticos o antimicóticos tópicos o sistémicos, según cultivos y citologías.
El Manual Merck Veterinario destaca la importancia de tratar estas infecciones para que los antipruriginosos funcionen mejor.
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Piel seca y barrera cutánea alterada
Baños muy frecuentes, champús inadecuados o climas secos comprometen los lípidos de la piel.
Por otro lado, los emolientes, ácidos grasos esenciales y limpiadores suaves ayudan a restaurar la barrera. Rutas de cuidado tópicas bien elegidas reducen el rascado en cuadros leves.
Trastornos hormonales que pican menos, pero cuentan
Hipotiroidismo y síndrome de Cushing alteran el pelo y la piel, favorecen infecciones y prurito secundario.
Signos como letargo, aumento de peso, abdomen abultado o cambios en la sed orientan a pedir análisis.
Dolor, hábito y conducta
Otitis, problemas dentales o dolor articular generan lamido o rascado localizado.
En algunos perros, el comportamiento se vuelve compulsivo. El Royal Veterinary College señala que el control del dolor y el enriquecimiento ambiental reducen la conducta de rascado repetitiva.
Cómo se diagnostica
- Historia clínica detallada: edad de inicio, estación del año, respuesta a fármacos, dieta.
- Examen dermatológico completo, otoscopía y, si hace falta, pruebas con lámpara de Wood.
- Citología de piel y oídos; raspados para ácaros; a veces cultivo bacteriano.
- Dieta de eliminación para sospecha alimentaria.
- Tests alérgicos se usan para formular inmunoterapia, no para “diagnosticar” por sí solos, aclara la ACVD.
Qué podés hacer en casa, con criterio
- Revisar piel y oídos semanalmente; buscar enrojecimiento, costras, mal olor.
- Baños con shampoo medicado indicado por el veterinario; evitar productos humanos.
- Control ambiental: aspirado frecuente, lavado de mantas en agua caliente, reducción de polvo.
- Dieta consistente; no ofrecer sobras ni premios no controlados durante una prueba alimentaria.
- Collar isabelino temporal si hay autotrauma, hasta la consulta.
Cuándo consultar de inmediato
- Rascado que impide dormir o causa heridas.
- Sacudidas de cabeza persistentes, secreción en oídos o dolor.
- Parches sin pelo, piel engrosada, mal olor o fiebre.
- Falta de respuesta a tratamientos de venta libre o recaídas rápidas.
Tratamientos que suelen indicar los veterinarios
- Antipruriginosos modernos como oclacitinib o anticuerpos monoclonales reducen el picor mientras se aborda la causa.
- Terapia antimicrobiana dirigida por citología o cultivo para infecciones secundarias.
- Manejo multimodal de alergias: control ambiental, cuidados de piel, dieta, y en candidatos inmunoterapia específica.
- Parasiticidas de espectro adecuado cuando se sospechan ácaros, incluso si los raspados son negativos, según criterio clínico.
