La clave no es evitar la playa, sino conocer sus riesgos y prevenirlos. Estos son siete peligros frecuentes que muchos cuidadores pasan por alto.
1. Golpe de calor: el enemigo silencioso del verano
El calor extremo es uno de los mayores riesgos para los perros en la playa, especialmente en días sin sombra y con poco viento. Los perros no sudan como las personas; regulan su temperatura principalmente jadeando, por lo que se sobrecalientan con rapidez.

Signos de alarma: jadeo intenso y constante, lengua muy roja o amoratada, apatía, desorientación, vómitos, tambaleos y, en casos graves, colapso.
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Por qué la playa empeora el riesgo:
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- Reflejo del sol en la arena y el agua
- Alta humedad, que dificulta la evaporación
- Perros que no paran de correr y jugar, sin autorregularse
Prevención básica:

- Evitar las horas centrales del día
- Llevar siempre agua fresca y ofrecerla con frecuencia
- Proporcionar sombra real (sombrilla, toldo)
- Hacer pausas obligatorias de descanso
- No forzar al perro a seguir jugando si se ve fatigado
Ante signos de golpe de calor, es una urgencia veterinaria: hay que alejar al animal del sol, refrescarlo progresivamente (no con agua helada) y acudir al veterinario lo antes posible.
2. Almohadillas en llamas: la arena también quema
Las almohadillas de los perros son resistentes, pero no indestructibles. La arena puede alcanzar temperaturas muy altas y provocar quemaduras, fisuras o dolor intenso.

Una regla sencilla: si no podés mantener la mano en la arena varios segundos sin molestia, tu perro tampoco debería caminar sobre ella.
Riesgos asociados:
- Ampollas y heridas que pasan desapercibidas hasta el final del día
- Cojeras en las horas o días posteriores
- Mayor riesgo de infecciones al entrar en contacto con agua salada o arena sucia
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Cómo proteger las patas:
- Optar por primeras horas de la mañana o últimas de la tarde
- Llevarlo en brazos o por zonas de sombra hasta llegar cerca del agua si la arena abrasa
- Revisar almohadillas al acabar el día
- Usar, si el perro las tolera y el terreno lo requiere, botines protectores en playas muy calientes o pedregosas
3. Agua salada: cuando beber del mar pasa factura
Muchos perros, excitados por el juego, beben agua del mar sin que el cuidador lo note. Esa ingesta de sal puede causar desde molestias leves hasta cuadros graves.
Consecuencias habituales:
- Vómitos y diarrea por irritación gastrointestinal
- Deshidratación
- En casos extremos, intoxicación por sal (hipernatremia), que puede afectar al sistema nervioso
Además, tragar grandes cantidades de agua mientras nada o persigue pelotas puede provocar lo que se conoce como “intoxicación por agua” (desequilibrio de sales en el organismo), un cuadro igualmente serio.
Medidas preventivas:
- Llevar siempre agua dulce y ofrecerla con frecuencia
- Evitar juegos que obliguen al perro a tragar agua de forma repetida (lanzar juguetes muy lejos de la orilla sin descanso)
- Hacer pausas y vigilar si jadea en exceso, bosteza mucho o parece mareado
Si al volver de la playa el perro presenta vómitos persistentes, diarrea intensa, apatía o descoordinación, conviene llamar o acudir al veterinario.
4. Corrientes, olas y “valentía” excesiva
No todos los perros nadan bien ni disfrutan del mar, pero hay quienes, al contrario, se lanzan sin medir riesgos. Las corrientes, las olas rompientes y los cambios de profundidad pueden ser peligrosos incluso para perros fuertes.
Factores de riesgo:
- Perros muy excitables que persiguen pelotas o palos sin parar
- Razas pesadas, braquicéfalas (como bulldogs o carlinos) o con dificultades respiratorias
- Oleaje fuerte y corrientes de resaca
- Cansancio acumulado tras largos ratos de juego
Recomendaciones:
- No obligar a ningún perro a entrar al agua si duda o se asusta
- Elegir zonas tranquilas, de poca profundidad y con buena visibilidad
- Usar chaleco salvavidas canino en perros poco diestros o en barcos y tablas
- Limitar el tiempo de baño y no lanzar juguetes demasiado lejos
Observá la postura del perro en el agua: si nada muy vertical, jadea sin parar o parece luchar más que disfrutar, es momento de sacarlo.
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5. Picaduras y encuentros con fauna marina
Medusas, erizos de mar, peces con espinas, cangrejos… La curiosidad perruna a veces tiene un coste. Las picaduras pueden ser dolorosas y, en algunas zonas, peligrosas.
Casos frecuentes:
- Medusas: contacto con tentáculos que provoca dolor, enrojecimiento e irritación en piel o mucosas
- Erizos de mar: espinas clavadas en almohadillas o patas
- Cangrejos o crustáceos: mordiscos por acercamiento excesivo
Qué hacer de forma general:
- Enjuagar con abundante agua salada limpia (no frotar con arena) si se sospecha de medusa
- Retirar, con cuidado y si es posible, espinas superficiales visibles
- No aplicar remedios caseros agresivos (vinagre, amoniaco, alcohol) sin saber qué especie ha causado la lesión
- Acudir al veterinario si hay inflamación intensa, dolor marcado, dificultad para respirar o afectación de ojos y boca
Informarse sobre las especies habituales en la zona ayuda a actuar más rápido y con mayor precisión.
6. Bacterias, hongos y parásitos: los riesgos invisibles
La playa no es solo arena y sal. Entre restos orgánicos, aguas estancadas y orina de otros animales pueden proliferar bacterias y parásitos.
Algunos riesgos potenciales:
- Otitis por humedad y arena atrapada en el conducto auditivo
- Problemas cutáneos (dermatitis, hongos) por humedad prolongada y microheridas
- Gastroenteritis por ingerir restos de comida, basura o agua contaminada de charcos
- En determinadas zonas, enfermedades como la leptospirosis, transmitida por orina de animales infectados en aguas estancadas
Prevención práctica:
- Enjuagar al perro con agua dulce al terminar la jornada, especialmente patas y vientre
- Secar bien las orejas, sobre todo en razas con orejas caídas
- Evitar que olisquee o coma restos en la arena
- Mantener al día desparasitaciones internas y externas, y consultar al veterinario si se viaja a zonas con enfermedades endémicas específicas
7. Pérdidas, cortes y basura humana
Las playas concurridas pueden resultar abrumadoras. Entre gente, ruido y olores, algunos perros se despistan o se asustan y pueden perderse. Otros riesgos físicos a menudo subestimados son los residuos humanos.
Pérdida del perro:
- El perro puede alejarse siguiendo un olor o un estímulo
- Ruidos fuertes (motos acuáticas, petardos en fiestas) pueden provocar huidas de pánico
Medidas esenciales:
- Identificación actualizada con microchip y, si es posible, placa visible con teléfono
- Correa larga o extensible en zonas masificadas o si el perro no tiene una llamada muy fiable
- Supervisión constante: la playa no es un lugar para “desentenderse”
Basura y objetos peligrosos:
- Cristales, latas cortantes, anzuelos enterrados en la arena
- Bolsas de plástico, colillas, restos de comida y huesos que el perro puede ingerir
- Trozos de juguetes y pelotas rotas que suponen riesgo de atragantamiento
Conviene revisar visualmente la zona elegida, evitar espacios con muchos restos y vigilar qué recoge el perro con la boca.
Disfrutar de la playa con seguridad
La playa puede ser un entorno fantástico para el bienestar físico y mental de los perros: corren, exploran, se refrescan y conviven. Con algunos ajustes —elegir bien la hora, llevar agua y sombra, supervisar el baño y vigilar señales de malestar—, la mayoría de riesgos se reducen de forma drástica.
Antes de planear el próximo día de playa, es recomendable comprobar:
- Si la playa admite perros y en qué horarios
- Si el animal está sano, bien hidratado y con vacunas y desparasitaciones al día
- Si responde de forma fiable a la llamada básica
Con información y prevención, las olas, las patas y la seguridad pueden convivir, y el plan de playa se convierte en una experiencia tan divertida como tranquila para todos.
