Veterinarios y especialistas en comportamiento animal coinciden en algo: los cambios bruscos de rutina —especialmente en horarios de paseos y comidas— son una de las fuentes más frecuentes de estrés en estas fechas.
Relojes biológicos que no entienden de fiestas
Las mascotas, en especial los perros, se apoyan fuertemente en la previsibilidad. La hora del paseo, el momento de la comida, el periodo de descanso… todo ello configura una especie de “reloj interno” que les ayuda a anticipar lo que va a pasar.

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Cambios habituales durante las fiestas:
- Cenas más tarde de lo normal.
- Menos paseos o paseos acortados.
- Alteración de los horarios de sueño por reuniones o música.
- Ausencias más largas de los tutores por compras o eventos.
- Personas desconocidas entrando y saliendo de casa.
En perros, estas variaciones pueden traducirse en nerviosismo, ladridos excesivos, comportamientos destructivos, lamidos compulsivos o incluso problemas gastrointestinales.
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En gatos, que también son muy sensibles a las alteraciones ambientales, son frecuentes el escondite prolongado, la apatía o la disminución en la ingesta de comida.
Paseos: el pilar que no conviene mover
Si hay un punto de la rutina que conviene blindar durante las fiestas, son los paseos.

No siempre será posible salir a la misma hora, pero los expertos recomiendan preservar una estructura reconocible:
- Un paseo por la mañana a una hora similar todos los días.
- Al menos un paseo principal (más largo) al día, aunque haya compromisos.
- Paseos breves adicionales para necesidades fisiológicas si las salidas largas deben reducirse.
Mover un paseo una hora arriba o abajo suele ser tolerable. Desplazar todos los paseos a la noche, o pasar de tres salidas al día a una, puede ser fuente de problemas de conducta y de salud.
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Además, si ya sabés que en Nochebuena o Nochevieja vas a cenar muy tarde o estarás fuera muchas horas, conviene preparar al animal con antelación:
- Ajustar ligeramente la hora del paseo principal en los días previos.
- Aumentar la duración o la intensidad del paseo anterior a la larga ausencia.
- Ofrecer juegos de olfato y estimulación mental antes de salir, para que el animal llegue más relajado al rato en soledad.
El objetivo es que, aunque el día sea diferente, la mascota no sienta que toda su estructura se ha desmoronado.
Comidas: ni sobrealimentar ni improvisar
Las mesas repletas y los horarios variables de las grandes comidas familiares también afectan a los animales.

Es fundamental respetar la cantidad y el tipo de alimento. Aunque haya tentaciones por todas partes, la recomendación es clara:
- Mantener el mismo tipo de alimento (pienso, húmedo, dieta casera supervisada) que el resto del año.
- Evitar “invitarlo” a la mesa con sobras, salsas, huesos o dulces.
- No aumentar las raciones de forma significativa “porque es fiesta”.
El desorden alimenticio puede derivar en vómitos, diarreas, pancreatitis o intoxicaciones (chocolate, cebolla, uvas y otros alimentos típicos de estas fechas son peligrosos para perros y gatos).
Y si en casa las comidas se retrasan, lo ideal es que no se retrase también la de la mascota, o al menos no de forma exagerada:
- Si normalmente come dos veces al día, mantener esas dos tomas, aunque se adelanten o atrasen ligeramente.
- En casos de alteraciones importantes —por ejemplo, una cena de Nochebuena que empezará muy tarde— puede ser útil:
Los animales con patologías (diabetes, problemas renales, digestivos o cardiacos) necesitan especial cuidado con los horarios y tipos de alimento. En ellos, las variaciones deben ser mínimas y, si es posible, planificadas con el veterinario.
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La casa llena de gente: ruido, estrés y refugios seguros
Las reuniones familiares alteran no solo horarios, sino también el ambiente del hogar: más ruido, olores diferentes, niños corriendo, puertas que se abren y cierran constantemente.
¿Cómo podés reconocer el estrés en tu mascota? Hay señales de que el animal está sobrepasado:
- Jadeo excesivo, incluso sin calor.
- Bostezos repetidos, lamido de labios, temblores.
- Ocultarse de forma insistente o intentar escapar.
- Gruñidos, bufidos o marcaje que normalmente no muestra.
- Rechazo a comer o a jugar.
Por otro lado, los especialistas recomiendan preparar de antemano un espacio tranquilo donde el animal pueda refugiarse:
- Una habitación menos transitada de la casa.
- Su cama, manta o trasportín, con juguetes conocidos.
- Acceso a agua fresca en todo momento.
- Música suave o ruido blanco que amortigüe voces y risas.
Es importante explicar a los invitados —sobre todo a los niños— que no deben perseguir al animal ni obligarlo a interactuar si se ha retirado a su refugio. Respetar ese espacio ayuda a que pueda autorregularse.
Viajes y cambios de entorno: cómo minimizar el impacto
Muchas familias optan por viajar en estas fechas, con o sin sus animales. Ambos escenarios implican cambios significativos para la mascota. Si la mascota viaja contigo:

- Llevar su cama, juguetes y comedero habituales ayuda a “llevarse la rutina puesta”.
- Mantener, en lo posible, los mismos horarios de comida y paseo, aunque el lugar sea distinto.
- Planificar lugares donde pueda pasear con tranquilidad (y sin excesivo ruido) en el nuevo entorno.
- Evitar presentarle a demasiadas personas nuevas a la vez; mejor de forma gradual.
Si la mascota se queda al cuidado de otra persona. lo más importante es que el cuidador disponga de información clara y por escrito:
- Horarios de comida y paseo.
- Cantidad exacta de alimento.
- Medicación y pautas, si las hay.
- Comportamientos típicos (miedos, preferencias, señales de estrés).
Dejar suficiente alimento y medicación para más días de los previstos, así como el contacto del veterinario habitual, también forma parte de una buena planificación.
Juegos y enriquecimiento para compensar días caóticos
Si algún día, pese a los esfuerzos, los paseos o la atención disminuyen, el llamado “enriquecimiento ambiental” puede marcar la diferencia.
Algunas alternativas recomendadas por etólogos:
- Juguetes interactivos o comederos tipo puzzle que alargan el tiempo de la comida y estimulan la mente.
- Juegos de olfato, escondiendo pequeñas porciones de pienso o premios seguros por la casa.
- Sesiones cortas de adiestramiento con refuerzo positivo, que cansan mentalmente y fortalecen el vínculo.
Estos recursos no sustituyen a los paseos ni a la interacción, pero ayudan a que el animal gestione mejor los ratos de menor actividad o mayor tensión ambiental.
No todo es “malcriar”: la importancia de la previsibilidad
Una idea frecuente entre algunos tutores es que “el perro tiene que acostumbrarse a todo”, incluyendo cambios bruscos de horarios y ambientes caóticos. Los expertos matizan esta creencia.
La socialización y la flexibilidad son importantes, pero se construyen desde la seguridad: una base estable de rutinas, sobre la cual introducir variaciones de forma gradual y controlada.
Las fiestas, con sus excesos de estímulos, no son el mejor momento para poner a prueba los límites del animal.
Planificar paseos, comidas y tiempos de calma con antelación no es “humanizar” a la mascota; es respetar sus necesidades biológicas y emocionales.
