La misa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén se inició con la bendición del Obispo Ocampo en frente de la explanada. Posteriormente, a puertas cerradas, celebró la santa misa acompañado del párroco Martínez.

En la ocasión, Mons. Ocampo instó a los fieles en este tiempo de cuaresma a luchar juntos quedándose en casa para hacer frente a la enfermedad de COVID-19, que es una enfermedad peligrosa, porque es un enemigo invisible y ”no sabemos si está o no entre nosotros, pero que crea mucha zozobra, angustia y preocupación”.
Recordó que se está iniciando la semana santa, que celebran los cristianos dentro del calendario litúrgico y va desde la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén hasta la Pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
”Este año se va a vivir una Semana Santa diferente y especial, que vamos a recordar siempre, no nos vamos a olvidar de esta Semana Santa que estamos padeciendo mucho también con Jesús, participando de su pasión desde hace unos días en este tiempo de cuaresma”, indicó.
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Refirió que en estos días se ha experimentado más que nunca “nuestra impotencia, nuestra debilidad y la necesidad de Dios, porque sin él nada podemos. Estamos atravesando tiempo de crisis, es una guerra que se desató de la noche a la mañana, ciertamente no es una guerra bélica de armas, es una guerra biológica, que es peligrosa porque el enemigo es invisible, porque no sabemos si está o no entre nosotros que crea mucha zozobra, angustia y preocupación”.
El prelado pidió tomar las medidas y ser cautelosos porque es una amenaza muy fuerte para todos, “por eso cada quien debe tomar la conciencia de quedarse en casa y si quieren a sus padres, a sus parientes, se pide no realizar esas acostumbradas visitas en época de Semana Santa, porque les pueden transmitir el virus y eso puede ser más grave para todos”.
Recordó que la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén la había realizado con humildad que estuvo al servicio de los demás y no con poder político, ni con dominio y vino a ofrecer su vida, salvando este mundo, se humilló hasta aceptar su muerte por la cruz, pero Dios lo glorificó porque -con su obediencia, la confianza, la paciencia- supo soportar la persecución y humillaciones.
Destacó que ahora, este momento de pandemia nos invita a indagarnos -como Cristo- qué estamos haciendo: si profesamos el amor a Dios y al prójimo que nos pide en este momento de pandemia, si somos más solidarios con el más necesitado como siervo de Dios y abogar por los que sufren hambre, enfermedad y soledad.
