–Usted tiene una hipótesis. El totalitarismo vuelve. ¿En qué se basa?
–Es el tema de mi conferencia por la vía virtual que voy a abordar el próximo 3 de diciembre en el evento organizado por las organizaciones empresariales de Paraguay. Vamos a hablar del totalitarismo y haremos una reflexión sobre su proyección en Latinoamérica del siglo XXI.
–Es difícil de creer que el totalitarismo vuelva en plena era digital donde ni los regímenes más duros pueden censurar la libertad de comunicarse.
–Los totalitarismos fueron originalmente corrientes intelectuales desarrolladas por élites académicas, filosóficas, culturales. Las crisis económicas por ejemplo se prestan para que emerjan líderes autoritarios o totalitarios. Está en nuestro ADN. En mi libro “La neo inquisición” (tiene una decena de libros publicados) hago una exposición de motivos. Lo que se está imponiendo es una cuestión que es esencial al totalitarismo: el irracionalismo.
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–¿Qué es?
–Es la imposibilidad de discutir con argumentos basados en la razón y la lógica, en la evidencia científica, empírica y la lógica. Es un pensamiento dogmático, un sistema cerrado de creencias. Cualquier crítica que se hace al totalitarismo se contesta descalificando al que crítica. No creen en el diálogo racional, sean fanáticos feministas, LGTB, supuestos anti racistas y otros. Tienen pensamiento dogmático, que es una forma de abrazar el totalitarismo. Estamos viendo el auge del totalitarismo del siglo XXI. Si no reaccionamos, vamos a perder cada vez más los espacios de libertad.
–En Asunción fuimos testigos de una agresión de piqueteros que paralizaron cuatro días el centro. Andaban armados con palos. Agredían a automovilistas, peatones. Parecían gorilas. El Congreso aceptó todos sus reclamos.
–Hay que distinguir en parte de eso que yo estoy diciendo. Yo estaba hablando de un movimiento cultural muy profundo que tiene distintas manifestaciones y que se da en países desarrollados también, y también con grupos violentos en las calles. Black Lives Matter (Las vidas negras importan) es una organización de inspiración marxista totalitaria a la que no le importa el tema de las razas en Estados Unidos. Tiene una agenda de poder que lo impone incluso con la violencia en las calles. Se infiltran en las manifestaciones para tornar el orden público imposible. Interrumpen la vida normal de los ciudadanos y extorsionan a todo el país, aunque sean una minoría. Pagan agitadores profesionales para movilizar a la gente.
–¿De dónde consiguen dinero?
–Lo obtienen de distintas fuentes. Siempre habían sido Cuba y Venezuela. Muchas veces los financistas son grupos de narcotraficantes. La cuestión es sacar provecho poniendo en jaque al Estado de derecho. Al Estado de derecho no se le defiende solo con diálogos. Está la Policía para aplicar la violencia legítima del Estado. El Estado de derecho se defiende con la fuerza si es necesario. Eso lo entienden muy bien los países desarrollados, no tanto los latinoamericanos. Si no se restablece el orden público, estos grupos se van a multiplicar cada vez más y la situación se va a volver insostenible. Eso en parte pasó en Chile y nos está pasando.
–Los reclamos aumentan
–Por supuesto. Si ellos se dan cuenta de que pueden obtener lo que quieren reclamando, van a reclamar cada vez más y se van a dar cuenta de que les conviene paralizar el país, tomando las calles, destrozando, atacando a la gente para su beneficio. Ese es el principio del fin del orden civilizado y el comienzo del caos.
–Y qué pasó en Chile, el país más próspero de la región. El país modelo. Desde afuera veíamos asombrados cómo quemaban Iglesias
–Son muchos elementos que confluyen. En el fondo, el problema chileno tiene por responsables centrales a los empresarios. No se preocuparon nunca de financiar y de apoyar la defensa de las ideas que había sustentado las instituciones de mercado que permitieron el progreso gigantesco que tuvo Chile en los últimos 30 años. Eso solo lo pueden hacer ellos porque ellos tienen los medios económicos para poder hacerlo. Los empresarios financiaron a la gente de izquierda en las universidades, en los medios de comunicación, incluso en sus empresas. Se fomentó un clima adverso que se cultivó por más de 20 años y que convenció a la gente de que Chile nunca había sido peor que lo que es hoy, cuando la verdad es todo lo contrario. El país reventó en esta crisis social que tuvimos el año pasado con millones de personas en las calles, entre ellos elementos infiltrados, delincuentes, narcotraficantes organizados, grupos terroristas organizados ideológicos, probablemente financiados desde afuera también, y por supuesto el oportunismo clásico de personas comunes y corrientes que fueron a saquear supermercados y tiendas.
–El reino del caos…
–Eso ocurre cuando colapsa el orden público. Y el Estado chileno demostró ser totalmente incapaz de poner orden. Acá hubo una exhibición dramática de lo que es un Estado fallido. En Chile, hoy no hay Estado de derecho más que marginalmente. Cualquier grupo que quiere va y saquea un supermercado como ocurrió hace un par de días en Santiago. El sistema judicial por otra parte está quebrado. Hay un segmento muy importante de jueces que son activistas de izquierda también, además de todas las organizaciones sociales y de derechos humanos. Defienden a los delincuentes. Finalmente, el país está en una encrucijada que lo va a terminar por quebrar completamente a futuro.
–¿Cuándo se produjo ese punto de inflexión?
–Chile es un problema de termitas. Se puede ver sano por fuera pero las termitas institucionales e ideológicas lo van corroyendo hasta que el edificio colapsa. Está ocurriendo en toda América Latina y, sin duda, también está ocurriendo en Paraguay. Las termitas institucionales hacen que ciertas cosas se vean bien por fuera pero por dentro están descompuestas, están podridas. Este discurso en contra del principio de autoridad, en contra del éxito empresarial, en contra de las personas que crean riqueza, en contra de la autoridad en general, sobre todo contra la policía y las FF.AA., se ha venido desarrollando de 20 a 30 años a esta parte, con mucha virulencia, con mucha agresividad, con una narrativa distorsionada de la historia reciente del país. Eso ha llevado a una situación de que cualquiera puede hacer lo que quiere. En 2019 los mismos civiles tuvieron que salir a defenderse por inutilidad de las fuerzas de seguridad.
–En la manifestación de la semana pasada en Asunción, algunos civiles reaccionaron pero salieron agredidos.
–Lo que ocurre es que si son pocos los que reaccionan, están en desventaja. Hay que entender también que la mayoría de la gente es pacífica y quiere vivir en paz. Las minorías organizadas se aprovechan porque son organizadas y pueden poner en jaque a mayorías que no se defienden porque no se organizan. Si se organizan, en un minuto van a acabar con el problema. En Chile hubo barrios a los cuales las hordas que iban para romper y saquear no pudieron entrar. Los vecinos los esperaron con palos. Lo mismo pasó con los dueños de negocios. Se defendieron ellos para que no los saquearan. Si no hay orden público no hay autoridad de Estado, y sin autoridad no hay democracia.
–La consigna de los gobernantes es no reaccionar para evitar muertes en la calle. “Ellos (los piqueteros) quieren muertos”, dicen.
–Esto también es parte de la estrategia, que haya muertos para victimizarse, para generar mayor indignación en su beneficio. Los servicios de inteligencia tienen que hacer un buen trabajo y, por cierto, los empresarios tienen que desde ya dejar de financiarlos, auspiciarlos, darles dinero, porque se contribuye a la destrucción de la convivencia nacional y al sistema político y económico finalmente…
–Ellos tienen esa bandera de los derechos humanos. Hablan también de algo que es muy cierto, la desigualdad que está a la vista
–La igualdad nunca ha existido en la historia de la humanidad. Jamás. Antes de la Revolución Industrial, la miseria era la regla general. Ahí todos se morían de hambre pero no había igualdad en el sentido social porque siempre hubo monarquía, estructuras jerárquicas. Las sociedades se organizan sobre la base de jerarquías y no pueden organizarse de otra manera. Incluso un equipo de fútbol tiene capitán, se destacan mejores jugadores que otros. Tiene un entrenador, y así sucesivamente. Las personas tienen además distintos talentos. Ha sido históricamente así. En términos económicos, el mundo más igualitario que existe es el de hoy gracias al sistema de mercado. Si alguien inventa la vacuna para el covid –que ahora ya lo inventaron– y esa vacuna cuesta 50 dólares, eso nos enriquece a todos los que la necesitamos. Esa persona que inventó eso, por supuesto que va a ganar muchísimo dinero.
–Si usted fuera un candidato no va a terminar de convencer a la gente. En Argentina volvió a ganar al kirchnerismo que reivindica a Maduro y Cuba…
–Puede ser… La Argentina está en la peor crisis de su historia.
