Un sistema eléctrico improvisado, obsoleto y peligroso, con cables pelados que son una bomba de tiempo. Así se podría comenzar apenas a describir el escenario que se observa en el bloque K del Mercado de Abasto. Un pequeño cortocircuito en el lugar podría desencadenar un nuevo incendio y poner en peligro la vida de muchas personas.
Se lee fuerte y exagerado decirlo, pero en realidad no lo es, si se piensa que esto ya ocurrió antes en dos ocasiones en los últimos años: una vez en octubre de 2017, cuando se incendió el bloque C, y otra vez el domingo último, cuando fue afectado el bloque U.
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Increíblemente, pese al peligro latente en el lugar, que hasta ahora de milagro no causó muertes, las autoridades siguen ignorando el problema, pues las condiciones de infraestructura permanecen tan precarias como siempre.
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¿Dónde están los G. 500 millones?
Lo más curioso es que, en 2020, la Municipalidad de Asunción realizó una adjudicación de G. 500 millones para mejoras específicamente en el bloque K, que es conocido por ser uno de los más olvidados por las autoridades. La pregunta es qué se hizo con ese dinero, pues el bloque sigue exactamente igual. La otra pregunta es: si se hizo alguna mejora que no notamos, ¿por qué no se gastó en lo más urgente, la parte eléctrica y la prevención de incendios, que es lo que evitaría un eventual accidente en el lugar?
Para quienes no lo saben, el bloque K es el famoso rincón del Abasto donde se compran frutas y verduras recicladas que en otros locales se desechan porque tienen algún tipo de magulladura. En el bloque K se venden a un precio mucho más económico.
Pero aquí también los locales son mucho más precarios, lo cual no se justifica, pues por brindar mayor ventaja a la economía de la gente los permisionarios no tendrían por qué estar en peligro permanente.
Falta todo
Los permisionarios contaron al equipo periodístico de ABC TV que aquí falta de todo: desde un sistema de prevención de incendios (bocas de incendio) hasta seguridad en la parte eléctrica, pasando por el vital líquido, servicio que durante muchos días de la semana no funciona. Por tanto, en un caso de emergencia no tendrían agua disponible.
En este sector del Abasto funciona la ley del “cada uno para sí, Dios para todos”.
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Cada permisionario tiene su propio medidor de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) y la gente más despreocupada hace instalaciones eléctricas clandestinas y precarias, estirando cables intrépidamente, haciendo oídos sordos al cuidado que se debe tener con la electricidad.
Los comerciantes que trabajan en el lugar claman a las autoridades que se “pongan las pilas” y los ayuden a poner en condiciones el sitio, que genera un movimiento económico importante en Asunción, además de precios bajos que dan una mano a la situación difícil por la que pasan muchas familias, a quienes gracias a las hortalizas baratas de este lugar no les falta el alimento.
La situación económica tampoco es nada fácil para los propios vendedores, y, en caso de sufrir un siniestro, sería todavía peor, por las pérdidas que esto significaría.
