Mujeres cuidadoras pasan al equipo de “mujeres olvidadas”

Por siglos las mujeres han ejercido de cuidadoras de los niños, de los adultos mayores, de los hermanos varones, de los sobrinos, de los hijos, de los nietos, de los padres y abuelos.

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Como saben que pueden y deben, también sostienen a otras familias, a otras amigas que están en problemas.

Pero ¿qué pasa cuando esa cuidadora pasa al equipo de mujer enferma y necesitada de cuidados?

Sumergida por lo general, en una soledad por ser ya mayor o por no tener ingresos, pasa a un grado de, cómo decirlo, de trágico “yo en eso no tengo nada que ver” de parte de su entorno.

Hay un momento en la vida de una persona enferma en que el Estado debería funcionar, lo vemos en países donde los enfermos ancianos son atendidos, reciben contención, medicinas y hasta se abarca la salud mental.

Es un punto en que ya no hay otras mujeres que te tomen de la mano, ni hijos, ni sobrinos, ni un conocido que tome la posta, pero el agua llega hasta el cuello.

La salud en el Paraguay “encadenada” a los casos de “atendida por orden judicial”, “será llevada a UTI por decisión de un juez”, o su enfermedad tendrá respuesta al “comprarse tal medicamento que cuesta millones porque se encadenó”, tiene esas aristas que rayan la mendicidad.

Las mujeres en el Paraguay, las que toda la vida cuidaron a otros, y que cuando necesitan ayuda no reciben atención de parte del Estado, del Ministerio de Salud, son condenadas al olvido.

Solitarias, sin ingresos, sin parientes, y sin amigas viven las horas del abandono. Ni siquiera un alma caritativa se acerca a escucharlas.

Mujeres guapas, que cocinan, cosen, visten tacones y desempeñan funciones laborales y brillan en sus años jóvenes, hasta que un día sin que nadie se dé cuenta, se quedan con las mínimas fuerzas, después de haber dado todo por todos.

Mujeres sabias, fuertes, cariñosas y firmes para sostener a la sociedad, agitada en los problemas personales y sociales, merecen respeto.

Ellas que supieron cuidar a otros, y que están olvidadas por el Ministerio de Salud deben contar con un acompañamiento no solo clínico, sino también psicológico.

Mujeres olvidadas padecen enfermedades, depresión, soledad, angustia, carencias. Han dado todo, dijeron “misión cumplida” y en cambio son ignoradas.

¡Feliz Día de la Mujer Paraguaya”, pilar que sostiene y cuida desde su infancia, que tiene el derecho también de recibir atención, cariño de una sociedad que marcha al ritmo de la producción “sin tiempo” para mirar a las que ya no pueden avanzar solas.

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