A 90 años de la Paz del Chaco: el protocolo que silenció los fusiles entre Paraguay y Bolivia

90 años de la Paz del Chaco: el protocolo que silenció los fusiles entre Paraguay y Bolivia
90 años de la Paz del Chaco: el protocolo que silenció los fusiles entre Paraguay y Bolivia.

Este 12 de junio, Paraguay y Bolivia rememoran 90 años del Protocolo de Paz que puso fin a la Guerra del Chaco, un conflicto que cobró más de 80.000 vidas y dejó huellas indelebles en la historia sudamericana.

Hoy, 12 de junio, se conmemoran 90 años de la firma del Protocolo de Paz que puso fin a la Guerra del Chaco (1932-1935), el conflicto bélico más cruento de Sudamérica en el siglo XX. Sus efectos, tanto territoriales como humanos y políticos, siguen resonando en la memoria colectiva de Paraguay y Bolivia.

El histórico acuerdo, rubricado en Buenos Aires en 1935, marcó el inicio del cese de hostilidades dos días después, sellando el final de una guerra que dejó al menos 33.000 paraguayos y cerca de 50.000 bolivianos muertos. Sin embargo, el Tratado definitivo de Paz, Amistad y Límites se firmaría recién en julio de 1938, también en la capital argentina.

Una guerra por territorios desolados y estratégicos

La disputa por el Chaco Boreal fue más que una pelea por tierras inhóspitas. Bolivia, necesitada de una salida al río Paraguay para tener acceso al Atlántico, avanzó sobre zonas que históricamente pertenecían a Paraguay, pero estaban escasamente pobladas y mal delimitadas.

Bolivia fue construyendo fortines militares, incluso fundaron el puerto Pacheco mucho antes de la guerra. Paraguay reaccionó expulsando intrusos de Bahía Negra y buscando apoyo diplomático, incluso en la Liga de las Naciones, pero sin éxito.

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El punto de quiebre llegó en 1932 con la toma boliviana de la laguna Pitiantuta, defendida por el fortín Carlos Antonio López. Tras escaramuzas y bajas paraguayas, la chispa se encendió y la guerra fue declarada oficialmente en septiembre de ese año.

Boquerón: el símbolo de resistencia paraguaya

Una de las gestas clave fue la batalla de Boquerón, donde las tropas paraguayas —en clara inferioridad numérica y armamentística— lograron rendir al ejército boliviano tras 20 días de asedio. Esta victoria temprana demostró la capacidad de resistencia nacional y marcó el rumbo de una guerra de desgaste donde Paraguay aprovechó su conocimiento del terreno y el genio militar del mariscal José Félix Estigarribia.

La conducción estratégica permitió compensar la desventaja en soldados, aviones y armamento. Fue una victoria militar y geopolítica.

Foto de archivo: Tropas paraguayas participaron en 2024 de una ceremonia encabezada por el presidente Santiago Peña, en Mariscal Estigarribia, departamento de Boquerón. El mandatario destacó la voluntad de Paraguay y Bolivia de mantener la cooperación y la buena relación bilateral, al conmemorarse un nuevo aniversario de la firma del tratado que puso fin a la Guerra del Chaco (1932-1935)."
Foto de archivo: Tropas paraguayas participaron en 2024 de una ceremonia encabezada por el presidente Santiago Peña, en Mariscal Estigarribia, departamento de Boquerón. El mandatario destacó la voluntad de Paraguay y Bolivia de mantener la cooperación y la buena relación bilateral, al conmemorarse un nuevo aniversario de la firma del tratado que puso fin a la Guerra del Chaco (1932-1935)."

¿Victoria o sacrificio?

A pesar del triunfo en el campo de batalla, el costo humano fue altísimo: Paraguay perdió un tercio de su fuerza militar, mientras Bolivia dobló esa cifra en muertos. La superioridad boliviana en recursos bélicos fue contrarrestada por la astucia y la resistencia de los soldados guaraníes, pero la guerra dejó exhausto al país en lo político, económico y social.

El Protocolo de Paz fue la salida inevitable. Las tropas paraguayas habían avanzado hasta zonas andinas, pero debieron retroceder: el terreno desconocido y la falta de suministros limitaban sus posibilidades de sostener la ofensiva.

Aunque Paraguay recuperó vastas extensiones del Chaco, cedió otras en pos de una paz duradera.

Más que una fecha: una lección de unidad

El Protocolo de Paz no solo detuvo la guerra. Consolidó una etapa de reconstrucción nacional donde las diferencias sociales y políticas quedaron atrás para dar paso a una defensa común.

A noventa años de su firma, la Paz del Chaco permanece como un testimonio perdurable de que incluso las disputas más cruentas pueden resolverse por la vía de la diplomacia. Es también un recordatorio de que la memoria de quienes ofrendaron sus vidas en defensa de la patria sigue viva en la identidad de un país que supo resistir la adversidad, enfrentar el desafío bélico y, en último término, apostar por la paz como destino común.