Monseñor Joaquín Robledo exhortó en Caacupé a los paraguayos a vivir con mayor compromiso comunitario y a trabajar por un país donde prevalezcan la justicia, la verdad y el respeto a la dignidad humana.
Pidió a las autoridades a comprometerse con la vida comunitaria, la protección de la vida, la defensa de la dignidad humana y luchar de forma firme contra la corrupción que perjudica a los más pobres.
Recordó que el Evangelio invita a construir una comunidad basada en el amor y en la fraternidad, donde cada persona asuma su rol en la búsqueda del bien común.
Monseñor subrayó que comprometerse con la vida comunitaria exige en primer lugar respetar la vida y la dignidad de toda persona. En ese sentido, insistió en la necesidad de proteger la vida en todas sus etapas, incluso la que se encuentra oculta en el seno materno.
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Añadió que la defensa de la vida implica también combatir los flagelos que afectan a miles de familias, como la inseguridad, el tráfico de drogas, los secuestros y la falta de esclarecimiento de casos que siguen marcando dolor en el país.
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Una de las mayores amenazas
En su homilía, el obispo resaltó que la corrupción es una de las mayores amenazas para el desarrollo nacional, señalando que “desangra” los recursos destinados a los sectores más vulnerables. Llamó a una lucha frontal contra esta práctica, advirtiendo que sin transparencia ni honestidad en la gestión pública, no es posible construir un Paraguay más justo y humano.
El prelado indicó además que el bien común no es tarea exclusiva de las autoridades, sino una responsabilidad compartida por todos los paraguayos.
Explicó que la comunidad se construye con solidaridad, justicia y participación activa, tanto en la defensa de los derechos como en el cumplimiento de los deberes ciudadanos.
Monseñor Robledo pidió también fortalecer la justicia y garantizar su independencia, señalando que una sociedad solo puede alcanzar la paz cuando existe un orden basado en la verdad, la imparcialidad y el respeto a la ley.
Instó a las autoridades a asegurar servicios básicos de calidad para todas las familias, especialmente en el campo y en los cinturones urbanos más afectados por la pobreza.
Finalmente, animó a que la fiesta mariana renueve la esperanza y el compromiso colectivo. “Solo juntos podemos edificar un Paraguay basado en la verdad, la justicia y el amor”, expresó, al recordar que el bien común debe proyectarse también hacia las futuras generaciones, procurando dejar un legado digno para quienes vendrán.

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