Crecida del río Paraguay no da respiro a los ribereños

NANAWA. El río Paraguay no da respiro a miles de familias ribereñas obligadas a desplazarse por extraordinarias inundaciones que deja a su paso a lo largo de su recorrido de unos mil kilómetros en el territorio de Paraguay.

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Nanawa, una población de 6.000 habitantes que vive del comercio con la vecina localidad de Clorinda (Argentina), distante a unos 40 km por tierra y a una hora por agua desde el puerto Sajonia de Asunción, se encuentra literalmente sumergida.

Apenas unas 100 casas siguen habitadas. Los pocos vecinos que quedan se pasaron a la segunda planta de las viviendas y se desplazan en bote para acarrear víveres.

Los desplazados fueron ubicados en villas de emergencia ubicadas en Clorinda y Puerto Falcón (Paraguay) , que todavía resisten el avance silencioso pero implacable de las aguas.

“El agua no te avisa. Ya tengo suficiente experiencia”, dijo resignada Graciela Acosta (39), quien iba junto a su hija Jazmín (17) en un bote, cargado hasta el extremo de muebles y electrodomésticos, además de su perro “Pirulín”, acostado plácidamente en un colchón.

“Sin mi perro no me voy a ninguna parte. Es la tercera vez que nos estamos mudando. La crecida no le esperó a nadie. Parecía que iba a bajar pero, por lo visto, esto va a continuar”, expresó melancólica, a la espera de que terminaran de cargar sus enseres.

El curso de agua aumentó 2 cm en Asunción, para sumar 7,56 metros de crecida alrededor de la capital, 44 cm menos que la “cota de desastre” de 8 metros, establecida por la Dirección de Hidrología.

Si bien la máxima crecida se produjo en 1983 cuando el río sobrepasó los 9 metros en Asunción y las aguas alcanzaron las céntricas calles Palma y Colón, esta vez el fenómeno afecta a más pobladores que se establecieron en el cinturón pobre e inundable de la ciudad, explicó a la AFP Nelson Pérez, subdirector de Hidrología.

“Las inundaciones que ha habido son todas por efecto de la lluvia. Se va a llegar a un pico en los primeros 15 días de junio, que no será mucho mayor al actual. A partir de allí, el agua empezará a descender en todos los lugares”, aseguró Pérez.

 

Las calles de Nanawa están sumergidas hasta poco más de dos metros. Los accesos son indefectiblemente por agua.

En el cementerio, a unas cuadras del centro comercial, tres hombres, dos de ellos en un bote y uno dentro del agua, acarreaban un panteón con flores, candelabros, crucifijos y fotos de sus familiares fallecidos.

El 15 de mayo, Día de la Madre en Paraguay, el camposanto se llenó de visitantes que se acercaron en pequeñas embarcaciones a prender velas a las difuntas, multiplicando el ingenio para llegar hasta sus tumbas en el enmarañado y desordenado laberinto semi sumergido.

Enrique Cardozo, de 51 años, un herrero de profesión, ahora se dedica a transportar damnificados en su bote a motor.

“Ya estoy acostumbrado. Vivo en la segunda planta de mi casa con mi familia. Mis animales están a salvo, también están ahí arriba. El río siempre crece y cada tres o cuatro años nos inunda, pero esta vez se pasó. Subió muy rápido”, comentó.

Beba de Añazco, de 67 años, transportaba en otro bote a dos de sus nietos escolares que habían terminado clases en Clorinda.

Según Eduardo Mingo, subdirector de Meteorología, las lluvias continuarán esta semana. Pero nadie se anima a hacer presagios.

En la ciudad sumergida de Nanawa, la mayoría de los habitantes están molestos por la falta de ayuda, y entonces cruzan a Argentina. “En el lado argentino hay de todo”, aseguró Graciela Acosta, mientras se disponía a navegar hacia su próximo destino para escapar de la crecida.

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