Mientras algunos emulan fastuosas fiestas de la época imperial, la realidad de algunas escuelas en Paraguay son propias de la época medieval, con precarias estructuras de madera y sin servicios básicos como luz, agua y -ni qué decir- baños.
“Una escuela normal, con agua, luz y eso lo que pedimos”, afirmó don Sergio, un pedido que hasta sería comprensible 3 décadas atrás, pero en pleno siglo XXI es un increíble que casi 50 niños compartan el espacio y las condiciones inhumanas que se aprecian en las imágenes y en su relato.
La imágenes son indignantes, sobre todo por la indiferencia de las autoridades, pero también, por otra parte, tienen un valor que resaltar, ya que esa piecita existe gracias a los padres.
"Nosotros hicimos todo, nosotros hicimos la escuelita, hicimos porque la vieja ya se cayó toda. Hicimos de madera y no tenemos ni luz ni agua. Ahora le estamos pidiendo a la gente, ya que no tenemos cómo responder nosotros, ya que como indígenas no tenemos mucho tampoco", dijo con voz semiquebrada el padre de familia.
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Comentó que construyeron, por ejemplo, un baño, pero no cuenta siquiera con paredes. Agregaron que el vecino más cercano con energía eléctrica está a unos 10 km.
"Sistema, en crisis"
La viceministra de Educación, Nancy Ovelar, indicó que fueron advertidos por el ministro saliente, Raúl Aguilera, con respecto a que este Gobierno recibía un sistema educativo "en crisis". Dijo que, si bien tienen los registros de que existen cerca de 2.000 escuelas en la misma situación, esta es compleja y difícil de solucionar.
Indicó que este tipo de situaciones se da por una serie de "errores en cadena", donde muchas veces no responden los supervisores del MEC, aunque en gran parte también responsabilizó a los gobiernos municipales y departamentales, que recibieron los recursos como Fonacide, pero en muchos casos estos no se reflejan en el mejoramiento de las condiciones en comunidades aisladas.
"Es complejo, es un desafío a las autoridades locales que tiene que mirar de manera sistémica" el problema, insistió, ya que muchas veces se tiene que evaluar si es posible trasladar a los alumnos a instituciones mejor dotadas, aunque muchas veces tampoco es una alternativa, ya que también está el factor de arraigo a la comunidad.