La escuela más linda

AREGUÁ. En el barrio San Miguel, a unos 30 kilómetros de Asunción, funciona la que podría ser la escuela más linda del país. Toda su comunidad conjuga con pasión los verbos reciclar y reutilizar.

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Para los alumnos de la escuela subvencionada Gabriel Casaccia no hay desecho que no pueda ser reutilizado y convertido en objeto decorativo. Con ingenio, poco dinero y amor cambian su entorno y lo llenan de alegría.

La escuela lleva el nombre de uno de los escritores paraguayos más importantes, oriundo de esta ciudad, a la que pintó con crudeza en su novela más célebre, "La Babosa". Parece casi un conjuro a tanta amargura que la escuela bautizada en su honor se haya empeñado en convertir los desperdicios en belleza.

"Nuestro jardín embellece nuestra escuela" es el nombre del proyecto que quiere que los 400 alumnos tomen conciencia de la importancia de cuidar y preservar el ambiente a partir del reciclado.

El plan es ejecutado desde hace dos años por los alumnos, con el acompañamiento de la directora, Juana Beatriz Amarilla de Maqueda, los profesores y padres de familia.

"La idea es reutilizar las cosas. Como no tenemos espacio físico en la escuela, hermoseamos la calle y el espacio alrededor, donde armamos parques y jardines. Hacemos una competencia donde los niños hacen el seguimiento de sus trabajos. Al pasar de grado, cada uno conserva su jardín para continuar el trabajo, que luego exponen en español, guaraní e inglés", explica Amarilla.

Todo sirve: botellas, latas, pálets, neumáticos, cajas de madera, bicicletas, asientos de transporte público, un horno viejo o una balanza de almacén. Esos y otros objetos desechados forman parte del colorido panorama que decora la escuela y también parte de la avenida General Díaz del barrio San Miguel.

Una oruga gigante hecha con cubiertas saluda a los chicos del jardín de infantes. Y una casita de pálets se llena de alumnos que la usan como rincón de lectura. 

La inversión en dinero es mínima, y es producto de la autogestión, apenas para comprar algunos insumos como pintura. 

La decoración es el orgullo del barrio, y cuentan que los fines de semana reciben la visita de turistas que pasan y se detienen a sacar fotos. 

"Los trabajos de coordinación de toda la familia educativa permiten que el cuidado de cada rincón siga creciendo aún durante las vacaciones. Cada profesor organiza grupos de limpieza que son designados para cada semana de las vacaciones de verano e invierno. Ahora, el lugar es utilizado por los miembros de la comunidad, como espacio de recreación en las tardes, especialmente los fines de semana", agrega la directora.

La innovación de este año consiste en la creación de una huerta urbana, donde los alumnos son capacitados para plantar y cuidar cada especie, fomentado la autogestión. Es Areguá, por eso por supuesto plantan frutillas, pero también verduras y hortalizas. Y además flores de todo tipo, que llenan de color y aroma el entorno.

"El trabajo en equipo es fundamental. Premiamos la creatividad y la forma de expresión de cada niño. Los grados que se destacan en mantener el jardín son premiados a fin de año", agrega Amarilla.

La directora de la escuela afirma que este proyecto no solo impacta en la conciencia ambiental de alumnos y padres, sino que fomenta el trabajo en equipo y el involucramiento de toda la comunidad. Además está segura de que favorece el aprendizaje de los alumnos, aunque no haya mediciones al respecto. 

En un país donde por común ya casi no es noticia que una escuela se derrumbe, una institución que recicla, involucra a su comunidad y celebra el goce estético como incentivo para el aprendizaje, sorprende y hasta fascina.

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