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Luego hicieron coincidir los días de sesiones para que la ciudadanía no pueda seguir los debates y las decisiones de ambas cámaras al mismo tiempo.
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Gracias a su mayoría matemática –pero sin contenido y con mucha prepotencia– hacen lo que quieren y hasta expulsaron a Kattya González de manera inconstitucional porque “les molestaba”. Encima, les tienen en jaque a otros legisladores que tienen la valentía de cuestionar el esquema totalitario del cartismo o que critican la débil gestión de Santítere.
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Ahora KachiBachi plantea pedir una ampliación presupuestaria de G. 20.000 millones para reparar el Congreso ndajeko. ¿Por qué no destinan ese dinero a medicinas para los enfermos de cáncer? ¿Qué pasó del eslogan “vamos a estar mejor” o eso era solo para los cartistas? Se está mostrando como una estafa electoral.
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A KachiBachi le salió mal la jugada de usar en exclusiva la camioneta de Dirisio. Fue descubierto y ahora gua’u finge amnesia.
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Está muy clara la operación: durante su presidencia en el Senado, recién el 26 de julio pasado, firmó con Senabico el acuerdo específico sobre el rodado en particular. Ojo que desde mayo ya estaba esa camioneta en el estacionamiento de un funcionario con “padrino”.
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¿Quién la tenía en su poder? El jefe de gabinete de “Bachi”, un tal Fernando Sebastián Rolón Toja, quien también puede hacer de “guardaespaldas” del senador cartista. Si no, que lo diga Nakayama.
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El Senado tiene que devolver a Senabico esa lujosa camioneta porque, en primer lugar, al santo cohete se gastará la plata de los contribuyentes para mantener un vehículo para el exclusivo provecho personal de un legislador. Además, las instituciones que verdaderamente combaten el narcotráfico en el terreno necesitan ese rodado. Punto.
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Si KachiBachi no la quiere devolver, sus colegas se lo deben exigir mañana en la mesa directiva o en la plenaria del miércoles. Hay que cuidar con mucho celo el presupuesto público, porque faltan recursos en los hospitales públicos, en IPS, etc.