Salto, capital departamental y una de las ciudades con mayor desarrollo en los últimos tiempos, apenas cuenta con un dispensario sanitario con horario restringido de atención y donde falta de todo, desde médicos especialistas, laboratorios, internación y hasta medicamentos. La mayoría de los trabajadores que aportan mes a mes de su salario al IPS, finalmente termina concurriendo al hospital público para recibir atención.
Para colmo de males, el IPS en Canindeyú es manejado por directores que no tienen sensibilidad social y sentido de pertenencia, actuando con arrogancia y perjudicando con sus fanfarroneadas la de por sí pésima imagen de la previsional.
La falta de voluntad de estos directores en luchar por un mejor servicio para los canindeyuenses quedó bien plasmada en una donación de terreno realizada por la Comuna a favor de IPS ya en el año 2011. La institución nunca pudo invertir en el sitio porque no fueron capaces de terminar los trámites para recibir dicha donación en casi 10 años.
Ojalá, aparte de construir un hospital como se merecen los aportantes, el IPS también encuentre personas con calidad y capacidad para dirigir una institución que no solo requiere de buenos médicos, sino seres humanos que entiendan que tonar un compromiso de esa naturaleza va mucho más allá del mero cumplimiento de horario; que en muchos casos ni eso son capaces de cumplir.
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En los buenos tiempos de Salto, la patronal y el funcionario de esta ciudad hicieron su parte logrando un crecimiento récord en la cantidad de asegurados y por ende en la recaudación de IPS. Existe el compromiso de volver a cumplir con la ley de la previsional tras la catástrofe económica provocada por la pandemia, pero se espera que la institución también muestre su reciprocidad.